martes, 27 de octubre de 2015

EL DÍA QUE ELLOS QUIERAN


La ONU, que estos días está de aniversario, ha denunciado la lentitud en la progresión social hacia la igualdad. El informe The world's women report (Las mujeres en el mundo) elaborado por el departamento de estadística de Naciones Unidas, arroja unos datos desalentadores: harán falta todavía dos siglos más para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres.

En todos los terrenos donde busquemos la comparación, las mujeres salimos perdiendo, a pesar de los avances que se han producido en las últimas décadas. Una progresión hacia una sociedad más igualitaria que -dirán algunos- resulta exponencial en relación con la conseguida en siglos pasados. Es cierto y lo es en diferentes países, también en España, gracias al empuje de gobiernos progresistas, pero queda muy lejos aun de ser un avance suficiente y satisfactorio. Además, la realidad es tozuda y nos demuestra, por una parte, que los avances nunca hay que darlos por consolidados y debemos seguir peleándolos desde el feminismo y el compromiso por la igualdad para que no muten de nuevo en retrocesos. Y, por otra parte, un análisis detenido nos llevará a la distinción entre igualdad formal e igualdad real, muy alejada ésta de aquella otra que figura en la legislación. En temas como el de la violencia de género es más que evidente, pero también lo es en otros terrenos como el laboral o incluso en el de los derechos sexuales y reproductivos, eternamente amenazados por la moral y la ideología conservadora.
  
El informe, como tantos otros, constata una evidencia ante la que no podemos permanecer impasibles. Una vez más, se trata de buscar el compromiso de la sociedad en su conjunto para que el empujón hacia la plena igualdad sea definitivo. 

Hay un dato revelador en el informe de la ONU, un dato que nos ofrece alguna pista del secreto del éxito en el avance futuro hacia la igualdad: los hombres siguen corriendo más riesgo de muerte que las mujeres a causa de esa sociedad desigual que les empuja a adoptar constantemente conductas consideradas como definidoras de la masculinidad. Por ejemplo, ellos tienen más riesgo de padecer accidentes de tráfico o de morir a consecuencia del consumo excesivo de tabaco y/o alcohol. 

El día en que los hombres se den cuenta de que no sólo su vida corre un riesgo inútil que podrían eliminar cambiando sus conductas o, aún mejor, el día en que ellos comprueben las ventajas de dejar a un lado una masculinidad mal entendida y de la que son esclavos sin darse cuenta, ese día, el día que ellos quieran, seguramente avanzaremos más hacia la igualdad que en los últimos veinte siglos. Ojalá sea pronto.








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