viernes, 24 de noviembre de 2017

VACUNEMOS A LA JUVENTUD CONTRA EL MACHISMO


Se lo dije hace unos días a la ministra Dolors Montserrat en la sesión de control al Gobierno: tenemos un grave problema. La violencia de género no sólo es una lacra en la sociedad actual sino que lo continuará siendo en el futuro a menos que eduquemos y concienciemos a la juventud. Y es que, según el último informe de la FADcasi uno de cada tres jóvenes la normaliza la vilencia de género, cree que es normal que en una relación de pareja heterosexual haya cierto grado de posesión, de dominio o incluso de violencia del hombre hacia la mujer. Desde luego, algo estamos haciendo muy mal, y si no lo remediamos, lo pagaremos muy caro las mujeres durante muchas generaciones.

El machismo, germen de la violencia contra las mujeres, está incrustado en nuestra sociedad. El último Eurobarómetro  de la Comisión Europea desvela que el 44% de los europeos considera que el sitio "natural" para la mujer es la casa, el ámbito de lo doméstico, mientras que el del hombre es el de lo público, ganar el sustento de la familia. Vamos, como en las cavernas, ni más ni menos. Ese porcentaje es la media de los países de la UE, y en España se sitúa en el 29%. Es decir, prácticamente el mismo porcentaje de personas que en este país creen que las mujeres tenemos que fregar y nada más, y que tenemos que hacerlo nosotras porque nacimos mujeres, lo encontramos cuando nos fijamos en los jóvenes y les preguntamos por la violencia machista. Insisto, preocupante. 

Cuando, hace quince o veinte años, el término violencia de género no estaba en la agenda política ni social, cuando no teníamos una Ley específica, cuando no era habitual que saliéramos a la calle a gritar "NI Una Más, Ni Una Menos, nos queremos vivas", como hacemos ahora las mujeres, y afortunadamente cada vez más hombres, entonces quizás hubiéramos podido entender que un tercio de la población no sólo no condenase sino que normalizara el maltrato. Pero ha pasado el tiempo, tenemos ley, incluso acabamos de aprobar un Pacto de Estado. ¿Qué está fallando entonces para que no únicamente la población adulta sino los más jóvenes continúen pensando así?

El recorte de los últimos años en educación llevado a cabo por el Gobierno del PP tendrá algo que ver. La falta de formación específica del profesorado y la supresión de la asignatura de Educación para la Ciudadanía no favorecen en absoluto una adecuada instrucción de chicos y chicas, de niños y niñas, en igualdad, ni facilita que reciban educación para alejarlos de actitudes machistas y cercanas a la violencia de género. Además, las redes sociales y la mensajería instantánea han propiciado la aparición de nuevas formas de violencia. Éstas adoptan la forma de actitudes de control y con demasiada frecuencia son ejercidas hacia las jóvenes adolescentes por parte de sus parejas.

Otro aspecto en el que tampoco avanzamos es la manera de abordar las cuestiones relacionadas con la igualdad entre hombres y mujeres por parte de los medios de comunicación y en general el sector del audiovisual. Y eso es fundamental en una sociedad en la que los y las más jóvenes pasan horas y horas delante de las pantallas, sean éstas las del ordenador o tablet, smartphone o incluso el cine, visionando vídeos en YouTube, usando aplicaciones, jugando con videojuegos o viendo series. Y, es más, como bien señala Ana de Miguel , buena parte de los jóvenes construyen su imaginario sexual a través del visionado de pornografía. Y en ese mundo hay secuencias terribles de violencia hacia las mujeres. El Pacto de Estado incluye también, a propuestas del grupo socialista, muchas medidas relacionadas con medios. Pero el Gobierno todavía no las ha puesto en marcha, aunque en su mayoría no dependen de incrementos presupuestarios.

La responsabilidad que tenemos como sociedad, la que tenemos las personas que nos dedicamos a la política, y en especial la que tienen los gobiernos, es inmensa. No erradicaremos la violencia machista si no construimos una sociedad más igualitaria, en la que sea el respeto hacia las mujeres el esté normalizado, y no la violencia. Y hay que empezar por los y las que que aún están construyendo su personalidad. Cito -como cité el miércoles pasado en el Congreso- a la presidenta de Mujeres Juezas, Gloria Poyatos: "El machismo es una enfermedad de transmisión social y su vacuna está en la educación". Vacunemos, pues, sin mayor dilación, a niños y jóvenes, porque mañana será demasiado tarde.

lunes, 30 de octubre de 2017

ESTO NO ES VIOLENCIA MACHISTA


Uno de los principales desafíos a los que se enfrenta el Gobierno de España en los últimos tiempos es, sin duda, el de resolver el problema de Cataluña, en relación con las aspiraciones independentistas de su actual gobierno. Y uno de los retos que afronta la sociedad española y que algunas y algunos - cada vez más- estamos resueltos a resolver, es el de la violencia de género. Hasta aquí, creo que todo el mundo estaría de acuerdo. Bien. Lo que no procede, lo que resulta a todas a luces inaceptable, es utilizar un tema tan serio y tan dramático como la violencia machista como símil para ilustrar la relación entre Catalunya y España. Es, sencillamente mezquino. Y está pasando.

Desde las filas independentistas están llenando las redes de mensajes que asimilan el supuesto maltrato proveniente del Gobierno de España hacia Catalunya con el que sufren las mujeres víctimas de violencia de género. Mensajes del tipo "España es un marido maltratador¨ lanzado por Pilar Rahola ya en 2009 y retuiteado por el actual President de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, marcaban la pauta para un nivel discursivo de dudosa catadura moral que ha continuado hasta nuestros días. Y que ha eclosionado con la tormenta perfecta del independentismo a la que asistimos desde hace ya algunas semanas. Desde el feminismo socialista se está denunciando con insistencia esta práctica. 

El súmum se produjo este miércoles, cuando una de las diputadas que participó en la subcomisión del Pacto de Estado sobre Violencia denero en el Congreso de los Diputados, Ángela Rodríguez, de En Marea, tuiteó: "¿Quién trae el dinero a casa? Eres mía. Haces lo que yo te diga. Te pago lo que me da la gana. Cambiad esposa por Catalunya y lo tenéis". Una diputada que se abstuvo, con todo su grupo, con el conjunto de representantes de Podemos, en la votación del Pacto de Estado. Leyendo tamaña barbaridad en twitter alcanzo a comprender las causas profundas de tan poca empatía con las víctimas de malos tratos demostrada en la aprobación del Pacto el 28 de septiembre.

Utilizar la violencia de género para manipular sentimientos es vil, es mezquino y es injusto con las mujeres que la sufren. No dice nada bueno de la causa que se pretende defender, sea la que sea. Y menos aún de sus defensores cuando utilizan estas argucias. Dice, eso sí, que no saben qué es la violencia machista. Dice que no les importa en absoluto el sufrimiento de las mujeres víctimas de esa violencia. Dice, en definitiva, que banalizan un tema tan grave como la violencia de género. 

Estamos ante una cuestión que adquiere una dimensión suficientemente  grave como para que no sea objeto de símiles que no contribuyen sino a relegarlo y relativizarlo. Una cuestión de Estado, que ha sido objeto de más de sesenta comparecencias en sede parlamentaria y que ha merecido el esfuerzo, mayor por parte de unos grupos que de otros pero colectivo en todo caso, para alcanzar un acuerdo a partir del cual las cosas empiecen a cambiar. 

Estamos ante una muestra más de la lógica patriarcal, según la cual aquello que tiene como protagonistas a las mujeres es secundario. Sabemos que ningún asesinato machista abre portadas ni informativos. Sabemos que titular "muere una mujer" en lugar de "mujer asesinada¨ demuestra la poca sensibilidad y responsabilidad que para con los asesinatos machistas tienen aún demasiados medios y periodistas. Y ahora tenemos que asistir a una nueva vuelta de tuerca en este ninguneo plagado de injusticia. Y lo más lamentable es que incluso mujeres que van por la vida y por la política dándoselas de feministas, nos llevan a ese terreno pantanoso del que luchamos por salir. Pues no, señoras y señores, la independencia no tiene nada que ver con la violencia machista. Es otra cosa. Hagan el favor de no confundir, respeten a las mujeres que la sufren y, si tienen un ratito, luchen por ellas. 


miércoles, 5 de julio de 2017

ELLAS COBRAN MENOS


De nuevo llaman mi atención los datos del INE reflejados en la Encuesta Anual de Estructura Salarial. De nuevo la brecha salarial aparece como nota destacada en el conjunto de números y estadísticas: El salario medio anual femenino es en España un 22'9% inferior al masculino. Nada nuevo en el panorama laboral, y eso es justamente lo preocupante. El Gobierno habla continuamente de recuperación, pero mira a otro lado, e incluso intenta negar la evidencia, cuando escucha en sede parlamentaria o en medios de comunicación referencias a esa discriminación laboral que, en cambio, no tiene nada de sutil. Al contrario, se trata de una diferencia salarial por razón de sexo tan contundente y tan evidente, que la alarma debería ser general y la respuesta, inmediata.

Podemos encontrar, de hecho solemos escuchar, excusas de mal pagador, como dicen en mi tierra. Pero, en el fondo del problema, subyace el más rancio machismo arraigado en nuestra sociedad, la diferenciación de roles y la estereotipación de la función social femenina. Cuestiones que mi generación creyó ilusoriamente superadas, no solo no desaparecen sino que irrumpen con una fuerza inusitada. 


Hace unas semanas pregunté al presidente de RTVE, cumpliendo con la misión de control que tenemos encomendada las personas que ejercemos como diputados en el Congreso, por la presencia de mujeres en cargos directivos en la televisión pública. En este caso, como en la administración General del Estado, o como en la autonómica o local, estamos hablando de empleo público al que, en principio, se accede por pruebas selectivas u oposiciones. Pues bien, aún así, aún tratándose de acceso por méritos objetivamente medidos, que generalmente facilitan la ecuanimidad y dificultan la diferenciación salarial por razón de sexo, encontramos discriminación, en tanto en cuanto la discrecionalidad en los nombramientos entra en escena. De otra manera no se explica que un 72'1% de las personas en cargos directivos en la Corporación sean hombres, frente a únicamente un 27'8% de mujeres. Tampoco de otra manera podríamos dar respuesta al hecho de que las mujeres solo accedieron en la radiotelevisión pública española al 34% de los complementos salariales por disponibilidad en 2016, o que ese año desplazaran a los Sanfermines - que ahora empiezan de nuevo- a 12 mujeres de una delegación de 69, mientras que a los Juegos Olímpicos de Río fueran 24 de un total de 158 profesionales, con el agravio en cuestión de visibilidad que ello comporta pero también de menor acceso a complementos salariales y dietas que implica. 

Es un ejemplo, éste, que ilustra cómo muchas veces se camufla, especialmente en el ámbito del empleo público, la brecha salarial, escondida en un marasmo de complementos salariales que sí obedecen a decisiones discrecionales y que siempre terminan afectando de manera negativa y discriminatoria a las mujeres. En el ámbito laboral privado, y mientras no se adopten medidas contundentes para evitarlo y perseguirlo, las discriminaciones suelen ser mucho menos sutiles, aunque frecuentemente adoptan forma de contrataciones a tiempo parcial, empleo temporal o menores remuneraciones en sectores feminizados, generalmente asociados al cuidado de las personas. 

Podemos nadar en la autocomplacencia, como suele hacer la ministra Fátima Báñez, podemos convencernos a nosotras mismas de que estamos saliendo del agujero que horadó la crisis económica, pero la realidad es tozuda y nos indica que no sólo las mujeres en activo cobran menos que los hombres sino que las pensionistas y jubiladas aún difieren mucho más en sus percepciones salariales en comparación con ellos. Según el Informe de Igualdad entre mujeres y hombres en la Unión Europea publicado recientemente, las mujeres pensionistas españolas cobran un 36'1% menos que los hombres en esa circunstancia, un dato que en 2008 estaba en el 33%. Y, en lo referente al acceso a las pensiones, la brecha en España es de un 26%, mientras que la media europea se sitúa en el 6'2%. 

Otros y otras, a diferencia de lo que hace -o no hace- la ministra del ramo, pensamos que hay que actuar y que debemos hacerlo con diligencia. Y proponemos el desarrollo de una legislación que actúe a favor de la igualdad salarial, un marco normativo que dignifique el empleo, derogando la reforma laboral. Y queremos permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles. 

En un país en el que una de cada tres mujeres trabaja a tiempo parcial, la mayoría porque no encuentra otro empleo, un país en el que un 29% de las mujeres en edad de estar activas laboralmente no lo están y en el que solo un 4'3% de los puestos directivos lo ocupan ellas, tenemos un problema. Y la mejor manera de empezar a resolverlo es aceptando que existe, que es grave y que las soluciones que requiere son urgentes. 



martes, 9 de mayo de 2017

VIOLENCIA DE GÉNERO Y RTVE


Mucho se ha escrito, dicho, analizado y recomendado sobre el tratamiento mediático de la violencia de género. Pero a pesar de ello, los medios de comunicación y particularmente las televisiones continúan haciendo oídos sordos y siguen abordando de una manera extremadamente irresponsable esta cuestión que se debate en sede parlamentaria con la intención de alcanzar, a corto plazo, un Pacto de Estado.

La responsabilidad de los medios, de sus cargos directivos y de los y las periodistas es incuestionable, a la par que ineludible. Si, además, estamos hablando de medios públicos, la no asunción de esa responsabilidad es una desatención a la legalidad vigente.

Formo parte de la subcomisión del Congreso de los Diputados para un Pacto de Estado sobre la Violencia de Género. Llevamos cerca de 60 comparecencias y en una buena parte de ellas se ha abordado, sea de manera plena o colateral, este tema, el del papel de los medios en el abordaje y prevención de la violencia machista. Hace unos días, en la Comisión Mixta de Control Parlamentario de la Corporación RTVE y sus Sociedades, le formulé al presidente de esa Corporación, José Antonio Sánchez, una pregunta sobre qué actuaciones se llevan a cabo para dar cumplimiento a lo que indica al respecto la Ley integral contra la violencia de género. Y, claro, le ofrecí mi parecer: que en absoluto se está cumpliendo el mandato de la ley y, lo que es peor, en algunos programas como La Mañana o en Hora Punta, de Javier Cárdenas, se vulnera esa ley, así como la Ley de Igualdad, de la que hace poco conmemoramos el décimo aniversario.

Fue en La Mañana de La Uno donde se vendió como exclusiva una entrevista al violador de Pirámides, autor confeso de al menos 140 violaciones. Una información tendenciosa, con referencia sólo al autor del delito, tratando al victimario como víctima y evitando cualquier alusión a las mujeres que agredió sexualmente. Una auténtica vergüenza. Y no fue un desliz. La violencia de género se ha tratado con alarmante frivolidad, con irresponsabilidad y con banalización en ese programa, que cuenta con tertulianos habituales que defienden falacias como la existencia extendida y sistemática de denuncias falsas. Cuando está probado que son pura anécdota y que cuando existen, se detectan y se persiguen con la pena que merecen. Las denuncias falsas no son el problema, el problema son los miles de casos, denunciados o no, que se continúan dando en nuestro país.

Y sobre el programa de Javier Cárdenas no me extenderé. Es sobradamente conocida la frivolidad, demostraciones de machismo y difusión de estereotipos sexistas en este y otros programas que ha presentado. El presidente de RTVE, por cierto, se mostró sorprendido y aseguró que no se ha enterado de que "en RTVE se fomente la imagen de la mujer como objeto sexual". Pues ese es el problema, señor Sánchez, que no se entera ni se quiere enterar. Que le da absolutamente igual el contenido de esos programas y otros que emite la primera cadena de la televisión pública estatal. Que la igualdad brilla por su ausencia en TVE, que el Plan de Igualdad interno no se cumple, que no forma adecuadamente en igualdad a sus profesionales para que no se repita día tras día ese tratamiento inadecuado en forma de opiniones, imágenes o contenidos.

Dice el profesor de periodismo y doctor en Ciencias de la Información José María Calleja que hasta que los medios pusieron la cámara en el punto de vista de las mujeres, pasaron muchos años pero que, actualmente, esos mismos medios de comunicación siguen sin tener una posición beligerante frente a la violencia de género. Posición beligerante que sí demostraron tener en un problema asimilable como fue el terrorismo etarra. Es cierto. Los medios abordan este tema como si se tratase de un problema particular y como si estuviéramos ante un simple suceso. Por eso ofrecen detalles morbosos y dan validez al testimonio de cualquiera. Por eso, cuando nos cuentan un caso, no lo contextualizan, lo narran sin molestarse en enmarcarlo en el verdadero problema que hay detrás de todos los casos de violencia de género: la desigualdad y el machismo.

Yo recuerdo el primer caso de violencia de género que tuve que cubrir en mi carrera profesional como periodista. Apenas se habían iniciado los años 90 del pasado siglo y el concepto de violencia de género no era el más usado. Entonces aún se hablaba de crímenes pasionales y se justificaba al agresor - que terminó suicidándose tras asesinar a su mujer y a su hijo- argumentando que padeció enajenación mental transitoria. Vamos, que le dio un aire, que se le cruzaron los cables, y acabó con la vida "de los que más quería" y, al darse cuenta de lo que había hecho, se quitó de en medio. Han pasado los años y, afortunadamente, hoy sabemos que esos asesinatos son calculados, premeditados y, sobre todo, que tienen un denominador común, se suicide o no el autor: se trata de violencia ejercida sobre la mujer por el hecho de ser mujer y el machismo y la desigualdad subyacen en todos los casos. También recuerdo como en aquellos años era relativamente habitual que fuentes policiales justificaran algún caso de agresión de un marido a su mujer, que terminaba en desistimiento o en retirada de la denuncia porque "algo habría hecho para que le levantara la mano".... Tal cual aunque, lógicamente, nunca reproduje - por sentido común y por honor a la verdad- semejante sentencia en mis crónicas. Un sentido común y una defensa de la víctima que en demasiadas ocasiones, aun hoy en día, encuentro a faltar en algunos compañeros y compañeras de profesión.

Pero ya es suficiente. Es hora de que ese tipo de comentarios, justificaciones y sesgos, de que ese tratamiento mediático y por ende social de la violencia de género quede del todo desterrado. No nos podemos permitir continuar así. Es urgente un pacto mediático, un compromiso serio, empezando por los medios públicos como RTVE, para que se aborde este problema como lo que es, una cuestión de Estado en cuyo combate debe implicarse toda la sociedad. Y es deber del presidente de la Corporación, en la parte que le corresponde, velar porque así sea.


miércoles, 22 de marzo de 2017

RECUPEREMOS EL ESPÍRITU DE LA LEY DE IGUALDAD


En marzo de 2007 el legislativo aprobó la Ley de Igualdad y con ella dio un salto adelante en el camino hacia la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres. Lo hizo de la mano, como siempre, de un gobierno socialista. En marzo de 2017, diez años después, la igualdad en España ha dado pasos hacia atrás de la mano de un gobierno del PP que da señales, un día sí y otro también, de no creer en la plena igualdad.

El balance de lo acontecido entre 2004 y 2011 arroja unos resultados incontestables. Fruto de aquellos años de apuesta por los derechos de las mujeres nacieron la Ley Integral contra la Violencia de Género, la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, la Ley del Matrimonio entre personas del mismo sexo y la Ley de Igualdad, de la que ahora se cumplen diez años. Aquella Ley significó una apuesta valiente y decidida por la equiparación efectiva entre mujeres y hombres. Incluía medidas que abarcaban un amplio espectro, desde temas de empleo y conciliación, educativos, de salud, medios de comunicación, hasta cuestiones relacionadas con la participación y la representación equilibrada de las mujeres en la vida pública, en la empresa y en la política, entre muchos otros ámbitos. Se trataba de una ley dotada con recursos, con sistemas de evaluación y con vocación de mirar hacia adelante y asegurar una transformación de la sociedad española sin posibilidad de vuelta atrás. 


El Partido Popular se quedó solo absteniéndose en la votación parlamentaria de la Ley de Igualdad y su entonces secretario general, Ángel Acebes, calificó la ley de "absurda y excluyente". E interpusieron un recurso ante el Tribunal Constitucional, poco después de su aprobación. Aquello ya dio una pista de lo que podía ocurrir si alguna vez gobernaban. Una advertencia de lo que ha venido ocurriendo, de facto, en los últimos años. El actual Gobierno está incumpliendo sistemáticamente la Ley Orgánica 3/2007 para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres. Ha dejado de subvencionar a las pequeñas y medianas empresas para que impulsen planes de igualdad, incumple las medidas específicas que marca la ley sobre los procesos de selección y provisión de puestos de trabajo en la Administración General del Estado, así como en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y en las Fuerzas Armadas. Ha dejado a más de 160.000 cuidadoras familiares sin pensión digna porque les ha quitado la cotización a la Seguridad Social. 

La precarización del mercado de trabajo que ha traído de la mano la reforma laboral ha tenido y tiene como principales perjudicadas a las mujeres. Ellas firman tres de cada cuatro contratos laborales a tiempo parcial, una modalidad de contratación que ha ido creciendo en los últimos años. Y la mayoría de esas mujeres, un 61'5% según el INE, trabaja a tiempo parcial sin quererlo, es decir, lo hace porque no tiene más remedio. En el conjunto de la UE, las mujeres que se encuentran en esa tesitura son menos de la mitad de las que hay en España. En un futuro, la brecha salarial, y especialmente la brecha en las pensiones, seguirá creciendo si no le ponemos remedio, porque continuarán siendo las mujeres las que menos coticen. Todo gracias al troceo del empleo que se ha inventado Rajoy para decir, a continuación, que crea empleo.

De la conciliación, ni hablamos. Frente a casi 250.000 mujeres que han pedido la excedencia para cuidar a sus hijos e hijas, sólo lo han hecho 18.000 hombres. Continuamos, pues, siendo cuidadoras. Más aun cuando la Ley de la Dependencia se ha reducido hasta la mínima expresión, y cuando los servicios públicos, entre ellos la educación, han sido víctimas de los recortes más despiadados. 

El panorama no es halagüeño, por descontado. Podríamos continuar enumerando hachazos de la derecha española a la Ley de Igualdad, una norma ambiciosa y pionera frente al imperio del patriarcado. Ataques frontales a su línea de flotación, como  los que han venido de la mano de la LOMCE, que borra de los planes de estudio todo rastro de educación en, por y para la igualdad. Son demasiados frentes y ni el azote de la crisis ni el contexto internacional ayudan. Pero estoy convencida de que la huella de la Ley de Igualdad sigue, a pesar de los pesares, bien marcada en la sociedad española. Algo muy profundo empezó a mutar en aquel inicio de primavera de 2007. El espíritu de la Ley de Igualdad está ahí. Sólo tenemos que recuperarlo.


Este artículo forma parte del monográfico publicado por Tribuna Feminista con motivo del décimo aniversario de la Ley de Igualdad, el 22 de marzo de 2017.


miércoles, 8 de febrero de 2017

Y PUTIN LEGALIZÓ LA VIOLENCIA MACHISTA


Es aún peor de lo esperado. Este año 2017 apenas ha andado 40 días y ya resulta insoportable. En clave de igualdad, la situación es más que preocupante. En lo interno y en el plano internacional también. Al fin y al cabo, en un mundo globalizado como en el que vivimos, nada de lo que ocurra en el orbe nos es - o nos debería ser- ajeno.

En lo interno, porque mientras la subcomisión para el Pacto de Estado contra la Violencia de Género inicia sus trabajos con paso firme y decidido, el gobierno del PP da signos de no creerse nada. O, al menos, de estar poco dispuesto a facilitar los recursos necesarios para atajar este grave problema. Con excusas baratas, falta de compromiso real y poquísimas ganas, el gobierno ha suprimido la financiación a las pequeñas y medianas empresas para la implementación de planes de igualdad. lo mismo ha hecho con las becas a posgrados para la formación en igualdad en las universidades españolas. Y lo ha repetido con la estrategia contra la brecha salarial. Ante estos atropellos, "justificados" por el cierre adelantado del presupuesto de gastos y operaciones no presupuestarias de 2016,  la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, se encoje de hombros. Sí, tal como lo están leyendo, se encoje de hombros  y pasa palabra. Es subsanable si usted quiere, ministra, y lo sabe. El gobierno lo ha hecho con otros temas afectados por la misma medida. Se trata de prioridades y de intereses ¿Será que al PP no le interesa la igualdad real ni los derechos de las mujeres? El movimiento, señora Montserrat, se demuestra andando.

Mientras tanto, los maltratadores, los asesinos, el machismo, siguen matando. Ocho mujeres asesinadas se contabilizan cuando escribo estas líneas, y además una niña, una bebé a la que mató su padre para hacer daño, el peor daño imaginable,  a la madre. 

Si echamos la vista al exterior, nos encontramos con que dos potencias como EEUU y Rusia están dando muestras del peor involucionismo en materia de derechos de las mujeres y respeto a la mitad de la población. Los EEUU de Donald Trump viven tiempos convulsos. Desde su toma de posesión, de la que aún no se ha cumplido el primer mes -no, aunque parezca una eternidad, fue el pasado 20 de enero- se han sucedido las protestas. La concentración mayoritaria fue la protagonizada por "la marcha de las mujeres", que sólo en Whasington superó de largo a la de la investidura de tan sólo un día antes. En el resto del mundo también se organizaron manifestaciones solidarias de mujeres. Entre ellas, la que tuvo lugar en Barcelona, a la que acudí y que ilustra este artículo. 

Y es que Trump no es garante de nuestros derechos, ¿cómo va a serlo un individuo con semejante currículum de supuestos acosos sexuales y tamaña lista de ataques verbales a las mujeres? Incluso su gestualidad, el lenguaje no verbal del flamante presidente respecto a su mujer, Melania Trump, se ha puesto de relieve, sobre todo en contraposición con el buen trato y deferencia del saliente Barack Obama hacia su mujer y hacia la señora Trump. 

Los machos alfa gobiernan el mundo, me temo. Y así nos va. La trayectoria de Putin, el presidente de Rusia, ya hacía temer algo así, pero hasta que se ha materializado la legalización de la violencia machista en ese país, y aunque estaba anunciada, no nos resignábamos a creer que iría tan lejos. Hace dieciséis años que Miguel Lorente publicó su libro "Mi marido me pega lo normal". En este tiempo hemos avanzado en la percepción y la condena social de las violencias machistas, afortunadamente, y nos queda todavía mucho por avanzar, especialmente en la prevención y en la protección de las víctimas. En Rusia, que "tu marido, tu novio, o tu ex te pegue lo normal", no será delito. 

Lo que solemos denominar como la comunidad internacional no puede quedarse de brazos cruzados ante estos atropellos. Los organismos internacionales de derechos humanos, como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), establecen que los Estados tienen la obligación de garantizar los derechos humanos de las mujeres. Tienen la obligación de prevenir, investigar y sancionar todas las formas de violencia, y reparar a las víctimas. Pero a Putin le trae al pairo. 

Malos referentes traen nefastas consecuencias. No nos podemos permitir que nuestros hijos e hijas crezcan pensando que el maltrato, si no es reiterado, es normal y tolerable. O que alguien que desprecia a las mujeres y opina que somos un mero objeto llegue a la presidencia de los EEUU. O que el gobierno de España sigue recortando en igualdad y no pasa nada. Por eso lo denunciamos. Por eso, precisamente, no nos quedaremos quietas. 

miércoles, 4 de enero de 2017

¡BASTA YA!


Acaba de empezar un año nuevo, un nuevo año en el que todo es viejo. Todo es viejo y cansino. Por eso no puedo menos que gritar ¡basta ya! Basta ya de machismos rancios y de justificaciones injustificables. Basta de posmachistas difrazados de nuevos igualitarios. Basta de juristas convencidos de que existe un orden natural de las cosas que empuja a los hombres a usar - pobrecitos ellos - su fuerza bruta contra las mujeres, porque no la pueden controlar. Basta de maltratadores reclamando un trato igualitario en la custodia de sus hijos. Basta de periodistas irresponsables reproduciendo con absoluta indiferencia y falta de compromiso, titulares incorrectos. ¡Porque no se mueren, sino que las matan!

Estamos hartas de que nos maten, pero más hartas aún estamos de que demasiados machistas disfrazados de sabios con altavoz gratuito intenten explicarnos que, por más que nos esforcemos, la violencia contra las mujeres es algo que siempre ha existido y siempre existirá. No es utópico creer en un mundo en el que todos y todas seamos iguales, en el que nadie pertenezca a nadie, Y en el que ninguna persona se crea en absoluto superior, por el mero hecho de haber nacido con un determinado sexo, a otra. Si fuera así, aún viviríamos en cavernas y ellos nos seguirían arrastrando de los pelos, garrote en mano. Ah, no, que alguno aún lo sigue haciendo...


No ayudan aquellas y aquellos que, igualmente disfrazados de lo que no son, gritan en pos del poder de decisión de las mujeres sobre sus propios cuerpos para contribuir, de esa manera, a lo que no es otra cosa que una interesada mercantilización de los cuerpos femeninos. No seamos cándidos, no nos dejemos engañar, nada es "gratuito" en este mundo globalizado y a merced de los intereses neoliberales. Ni siquiera nuestros cuerpos, quizás ellos aún menos...

No ayudan los que dejan de traducir en compromisos presupuestarios lo que de boquilla defienden. La lucha contra el machismo y contra su peor expresión, la violencia contra las mujeres, necesita de mucho compromiso y dedicación, también de compromiso y dedicación presupuestaria. Hay que invertir en educación, en coeducación, en recursos para prevenir y para proteger de una manera efectiva a las mujeres maltratadas y a sus hijos e hijas. 

No ayudan los que, por dejadez, por inercia o por verdadero interés en que así sea, siguen reproduciendo en su día a día, de palabra y con hechos, los estereotipos de género que están, más de lo que nos podemos imaginar, en la raíz más profunda de los crímenes machistas. 

No ayuda nada ni nadie que no se comprometa de verdad con esta lucha que es la de todos y la de todas. Ni obispos, ni magistrados, ni periodistas, ni políticos, ni nadie que deje de hacerlo, que deje de comprometerse, está libre de culpa. Y los y las que ostentan esas y otras responsabilidades con proyección pública y poder de decisión o de influencia son, somos, especialmente culpables.

Cada uno de los asesinatos machistas de este 2017 - en el que lamentablemente ya se ha puesto el contador a cero y ha empezado a girar de nuevo desde el primer día- caerá sobre nuestras conciencias como una losa. Todos y todas somos responsables. Unos más que otros, cierto, pero todo el mundo puede contribuir a que el ¡basta ya! se empiece a tornar pronto en un ¡ahora empezamos a ir mejor! Que nuestros deseos se conviertan en realidad sólo depende de nosotros y de nosotras. Luchemos por conseguirlo.