miércoles, 8 de febrero de 2017

Y PUTIN LEGALIZÓ LA VIOLENCIA MACHISTA


Es aún peor de lo esperado. Este año 2017 apenas ha andado 40 días y ya resulta insoportable. En clave de igualdad, la situación es más que preocupante. En lo interno y en el plano internacional también. Al fin y al cabo, en un mundo globalizado como en el que vivimos, nada de lo que ocurra en el orbe nos es - o nos debería ser- ajeno.

En lo interno, porque mientras la subcomisión para el Pacto de Estado contra la Violencia de Género inicia sus trabajos con paso firme y decidido, el gobierno del PP da signos de no creerse nada. O, al menos, de estar poco dispuesto a facilitar los recursos necesarios para atajar este grave problema. Con excusas baratas, falta de compromiso real y poquísimas ganas, el gobierno ha suprimido la financiación a las pequeñas y medianas empresas para la implementación de planes de igualdad. lo mismo ha hecho con las becas a posgrados para la formación en igualdad en las universidades españolas. Y lo ha repetido con la estrategia contra la brecha salarial. Ante estos atropellos, "justificados" por el cierre adelantado del presupuesto de gastos y operaciones no presupuestarias de 2016,  la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, se encoje de hombros. Sí, tal como lo están leyendo, se encoje de hombros  y pasa palabra. Es subsanable si usted quiere, ministra, y lo sabe. El gobierno lo ha hecho con otros temas afectados por la misma medida. Se trata de prioridades y de intereses ¿Será que al PP no le interesa la igualdad real ni los derechos de las mujeres? El movimiento, señora Montserrat, se demuestra andando.

Mientras tanto, los maltratadores, los asesinos, el machismo, siguen matando. Ocho mujeres asesinadas se contabilizan cuando escribo estas líneas, y además una niña, una bebé a la que mató su padre para hacer daño, el peor daño imaginable,  a la madre. 

Si echamos la vista al exterior, nos encontramos con que dos potencias como EEUU y Rusia están dando muestras del peor involucionismo en materia de derechos de las mujeres y respeto a la mitad de la población. Los EEUU de Donald Trump viven tiempos convulsos. Desde su toma de posesión, de la que aún no se ha cumplido el primer mes -no, aunque parezca una eternidad, fue el pasado 20 de enero- se han sucedido las protestas. La concentración mayoritaria fue la protagonizada por "la marcha de las mujeres", que sólo en Whasington superó de largo a la de la investidura de tan sólo un día antes. En el resto del mundo también se organizaron manifestaciones solidarias de mujeres. Entre ellas, la que tuvo lugar en Barcelona, a la que acudí y que ilustra este artículo. 

Y es que Trump no es garante de nuestros derechos, ¿cómo va a serlo un individuo con semejante currículum de supuestos acosos sexuales y tamaña lista de ataques verbales a las mujeres? Incluso su gestualidad, el lenguaje no verbal del flamante presidente respecto a su mujer, Melania Trump, se ha puesto de relieve, sobre todo en contraposición con el buen trato y deferencia del saliente Barack Obama hacia su mujer y hacia la señora Trump. 

Los machos alfa gobiernan el mundo, me temo. Y así nos va. La trayectoria de Putin, el presidente de Rusia, ya hacía temer algo así, pero hasta que se ha materializado la legalización de la violencia machista en ese país, y aunque estaba anunciada, no nos resignábamos a creer que iría tan lejos. Hace dieciséis años que Miguel Lorente publicó su libro "Mi marido me pega lo normal". En este tiempo hemos avanzado en la percepción y la condena social de las violencias machistas, afortunadamente, y nos queda todavía mucho por avanzar, especialmente en la prevención y en la protección de las víctimas. En Rusia, que "tu marido, tu novio, o tu ex te pegue lo normal", no será delito. 

Lo que solemos denominar como la comunidad internacional no puede quedarse de brazos cruzados ante estos atropellos. Los organismos internacionales de derechos humanos, como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), establecen que los Estados tienen la obligación de garantizar los derechos humanos de las mujeres. Tienen la obligación de prevenir, investigar y sancionar todas las formas de violencia, y reparar a las víctimas. Pero a Putin le trae al pairo. 

Malos referentes traen nefastas consecuencias. No nos podemos permitir que nuestros hijos e hijas crezcan pensando que el maltrato, si no es reiterado, es normal y tolerable. O que alguien que desprecia a las mujeres y opina que somos un mero objeto llegue a la presidencia de los EEUU. O que el gobierno de España sigue recortando en igualdad y no pasa nada. Por eso lo denunciamos. Por eso, precisamente, no nos quedaremos quietas. 

miércoles, 4 de enero de 2017

¡BASTA YA!


Acaba de empezar un año nuevo, un nuevo año en el que todo es viejo. Todo es viejo y cansino. Por eso no puedo menos que gritar ¡basta ya! Basta ya de machismos rancios y de justificaciones injustificables. Basta de posmachistas difrazados de nuevos igualitarios. Basta de juristas convencidos de que existe un orden natural de las cosas que empuja a los hombres a usar - pobrecitos ellos - su fuerza bruta contra las mujeres, porque no la pueden controlar. Basta de maltratadores reclamando un trato igualitario en la custodia de sus hijos. Basta de periodistas irresponsables reproduciendo con absoluta indiferencia y falta de compromiso, titulares incorrectos. ¡Porque no se mueren, sino que las matan!

Estamos hartas de que nos maten, pero más hartas aún estamos de que demasiados machistas disfrazados de sabios con altavoz gratuito intenten explicarnos que, por más que nos esforcemos, la violencia contra las mujeres es algo que siempre ha existido y siempre existirá. No es utópico creer en un mundo en el que todos y todas seamos iguales, en el que nadie pertenezca a nadie, Y en el que ninguna persona se crea en absoluto superior, por el mero hecho de haber nacido con un determinado sexo, a otra. Si fuera así, aún viviríamos en cavernas y ellos nos seguirían arrastrando de los pelos, garrote en mano. Ah, no, que alguno aún lo sigue haciendo...


No ayudan aquellas y aquellos que, igualmente disfrazados de lo que no son, gritan en pos del poder de decisión de las mujeres sobre sus propios cuerpos para contribuir, de esa manera, a lo que no es otra cosa que una interesada mercantilización de los cuerpos femeninos. No seamos cándidos, no nos dejemos engañar, nada es "gratuito" en este mundo globalizado y a merced de los intereses neoliberales. Ni siquiera nuestros cuerpos, quizás ellos aún menos...

No ayudan los que dejan de traducir en compromisos presupuestarios lo que de boquilla defienden. La lucha contra el machismo y contra su peor expresión, la violencia contra las mujeres, necesita de mucho compromiso y dedicación, también de compromiso y dedicación presupuestaria. Hay que invertir en educación, en coeducación, en recursos para prevenir y para proteger de una manera efectiva a las mujeres maltratadas y a sus hijos e hijas. 

No ayudan los que, por dejadez, por inercia o por verdadero interés en que así sea, siguen reproduciendo en su día a día, de palabra y con hechos, los estereotipos de género que están, más de lo que nos podemos imaginar, en la raíz más profunda de los crímenes machistas. 

No ayuda nada ni nadie que no se comprometa de verdad con esta lucha que es la de todos y la de todas. Ni obispos, ni magistrados, ni periodistas, ni políticos, ni nadie que deje de hacerlo, que deje de comprometerse, está libre de culpa. Y los y las que ostentan esas y otras responsabilidades con proyección pública y poder de decisión o de influencia son, somos, especialmente culpables.

Cada uno de los asesinatos machistas de este 2017 - en el que lamentablemente ya se ha puesto el contador a cero y ha empezado a girar de nuevo desde el primer día- caerá sobre nuestras conciencias como una losa. Todos y todas somos responsables. Unos más que otros, cierto, pero todo el mundo puede contribuir a que el ¡basta ya! se empiece a tornar pronto en un ¡ahora empezamos a ir mejor! Que nuestros deseos se conviertan en realidad sólo depende de nosotros y de nosotras. Luchemos por conseguirlo.










lunes, 7 de noviembre de 2016

7N: UN AÑO DESPUÉS, PEOR AÚN


Hoy, 7 de noviembre, se cumple un año desde que medio millón de personas recorriéramos las calles de Madrid para reclamar el fin de la violencia de género, la erradicación del machismo y el impulso de las políticas y acciones certeras desde el Gobierno para conseguir hacer realidad esos objetivos. Yo estuve allí, junto a miles de mujeres y hombres, jóvenes y menos jóvenes. Ha pasado un año y no seguimos igual, sino que estamos mucho peor. Lejos de poder decir con firmeza y convicción que estamos en el buen camino, que hemos empezado a sembrar y pronto recogeremos la primera cosecha, hemos visto como en materia de violencias de género estamos en un charco cada vez más profundo, en un lodazal que amenaza con convertirse en arenas movedizas capaces de engullir todos los logros que conseguimos durante años mediante el impulso de leyes como las de Igualdad o contra al violencia de género. La falta de recursos económicos, presupuestarios, y de una estrategia concretada en un Pacto de Estado contra el terrorismo machista y las violencias de género hacen temer un futuro muy negro en este terreno. 

La realidad, un año después de aquella manifestación multitudinaria en la que pusimos rabia y rechazo a la violencia e ilusión a partes iguales, arroja un balance catastrófico: La reducción del presupuesto del Estado para combatir la violencia de género no se revierte. Tampoco se mejora la inversión ni las acciones preventivas y educativas, que redunden en una mayor conciencia igualitaria en la sociedad y especialmente entre nuestra juventud. La LOMCE no lo contempla, eliminó una asignatura que contribuía a esa formación en igualdad como era Educación para al Ciudadanía. A la vez, la protección policial a las víctimas de violencia machista sigue cayendo y se sitúa actualmente en la mitad de lo que suponía la valoración de riesgo de violencia en el año 2010, cuando gobernaba aún el partido socialista. 

Ante la ausencia de un Pacto de Estado contra la Violencia Machista, el gobierno sigue contemplando impasible cómo hay hombres que maltratatan y asesinan a mujeres porque parten de un concepto de posesión y de falta de respeto hacia la individualidad y la libertad personal, porque practican una concepción de las relaciones afectivas basada en el patriarcado y el androcentrismo como eje transversal. Y ante nuestros ojos demasiado acostumbrados a las consecuencias de esa concepción del mundo - que no por cotidiana es aceptable - siguen pasando casos de violaciones y agresiones sexuales de las que son víctimas 1'5 millones de mujeres en este país, casi un tercio menores de edad. Toleramos con inusitada falta de indignación la cosificación, el uso del cuerpo de la mujer como reclamo publicitario, así como la prostitución y la trata de seres humanos con fines de explotación sexual

El gobierno central y demasiadas comunidades autónomas poco "motivadas" manifiestan una preocupante falta de acción y decisión. A la vez, una red de municipios en toda España, la mayoría de signo progresista, impulsa acciones para erradicar esa lacra social, manifestación de la violencia de género, que es la compra de servicios sexuales y la explotación de mujeres y niñas con esa finalidad. Hace poco más de un mes se celebró en mi ciudad, Santa Coloma de Gramenet, bajo el auspicio de la alcaldesa Núria Parlon, la primera asamblea estatal de municipios libres de trata. Es el mismo municipio que,como otros sensibilizados por el problema de violencia machista, la combate como puede y con los escasos recursos y competencias de que dispone. El mismo que hoy precisamente empieza un seminario sobre el tema, convencido de que hace falta mucho trabajo para avanzar. Sería hora de que se sumaran esfuerzos y recursos contra las violencias machistas desde otras administraciones que, paradójicamente, reclaman para sí las competencias.

Nos falta todavía, como sociedad, una mayor toma de conciencia, aunque vamos dando pequeños pasos hacia la igualdad. Necesitamos una sacudida del concepto y la organización patriarcal del mundo, de nuestra sociedad. Pero eso no pasará por generación espontánea, sin una firme, decidida y estratégica acción política unida al compromiso social, que incida en la raíz del problema.

Un año después del 7N, en Madrid y a lo largo de toda la geografía española se suceden nuevas concentraciones y manifestaciones, menos multitudinarias que aquella porque se realizan de manera descentralizada, pero no menos contundentes ni resueltas. La resignación no hace avanzar el mundo, sino que es la acción la que motiva el cambio. Como decía hace doce meses en las dos entradas que sobre las movilizaciones del 7N publiqué en este blog, el camino a recorrer es largo, pero ya es hora de iniciarlo. Toca colocarlo en el centro de la agenda política. En las calles y en la conciencia de la ciudadanía afortunadamente ya está calando. 


jueves, 27 de octubre de 2016

"MAMÁ, YA" O EL IVA DE LAS COMPRESAS


Recuerdo un anuncio con cierto halo romántico que mitificaba y a la vez estigmatizaba la menstruación. Una adolescente vestida con camisón y por lo tanto recién levantada, se dirigía a su progenitora mientras soltaba un tajante "Mamá, ya", con pausa dramática incluida. Era el anuncio televisivo, en los primeros ochenta, de una conocida marca de compresas. Ha llovido desde entonces, aunque en esa materia no hemos avanzado demasiado. Ni en la de los estereotipos machistas en los anuncios ni en la que toca al tema de la menstruación.

Su estigmatización sigue siendo evidente. Parece, según plasman muchos anuncios de compresas y tampones, como si la regla fuera algo divertido, azul y hasta transparente, como las nubes. Pues no, señores, no es así. Se trata de un proceso biológico, absolutamente natural e intrínseco a la condición femenina.

La menstruación nos acompaña a lo largo de aproximadamente cuatro década de nuestras vidas, que no es poco, y durante unos 90 días al cabo del año. No son pocas las mujeres que sufren el llamado síndrome premenstrual, o dismenorrea, esto es, molestias y hasta dolores realmente incapacitantes durante sus períodos. Y los estigmas sociales continúan. Desde los disimulos y vergüenzas en el ámbito laboral y social, por la evidente incomprensión que genera, hasta verdaderas losas machistas, como la que atribuye "tener la regla" a las mujeres que muestran algún tipo de enfado o desacuerdo en un momento dado.

Pero, además de todo esto - que daría para otro y para más de un artículo- las mujeres afrontamos un gasto asociado a la menstruación que son todos aquellos artículos de higiene íntima que se usan durante el período. Los tampones, compresas, y salvaslips son artículos de primera necesidad, no se puede prescindir de su uso y su consumo es continuado en el tiempo durante décadas. En cambio, su tratamiento fiscal no se corresponde con lo que en verdad son, bienes de primera necesidad, sino que soportan un IVA del 10%. Lo lógico sería su rebaja hasta el 4%, el tipo superreducido de IVA. Algo que tiene que contar con el beneplácito de la UE para modificar la normativa armonizada. Es en este sentido que camina la iniciativa presentada esta semana por el grupo parlamentario socialista en el Congreso de los Diputados. Una proposición no de ley que ha resultado aprobada a pesar de los votos en contra del Partido Popular y de la abstención del Ciudadanos. La iniciativa insta también a rebajar al mínimo el IVA de los pañales y el de los preservativos. Mientras tanto podría aplicarse a estos artículos, previo acuerdo de España con Europa, un tipo excepcional del 5%, el mínimo permitido ahora por la UE. Otros países, como Francia o el Reino Unido ya han actuado en este sentido.

Esa jovencita que en los incipientes ochenta decía "Mama, ya" probablemente aún menstrúe, aunque esté a las puertas de la menopausia. Y puede que tenga hijas. Y que todas ellas, juntas, consuman varios paquetes de compresas y tampones al cabo del mes. Un gasto que afrontan aproximadamente 14 millones de mujeres en España.



En este tema, como en muchos otros, debe haber una mirada de género. Si ya soportamos el llamado "impuesto de género" o "tasa rosa" en la versión femenina de productos de consumo habituales y pagamos por ellos hasta un 24% más que los hombres, en el caso de los productos de higiene íntima femenina el agravante tiene que ver con su uso no facultativo y no puntual, sino necesario y prolongado en el tiempo. E indisolublemente asociado al hecho biológico de ser mujer. 

martes, 20 de septiembre de 2016

MADRES SOLAS


Acaba de presentarse en Barcelona el Informe social 2015 de la Fundació Rafael Campalans sobre Adversidad social y desigualdades. Se trata de una colección de artículos que diagnostica y analiza la situación tras la crisis económica y social y las consecuencias- léase pobreza y desigualdad- que permanecen aún, probablemente para quedarse durante mucho tiempo si no nos empeñamos en ponerle remedio. El informe pone en evidencia que aunque en parte estemos dejando atrás la crisis, en el sentido más macroeconómico del término, las consecuencias se quedan, y lo hacen especialmente en los colectivos más vulnerables. Uno de ellos, el de los hogares monomarentales, el 82% de los cuales está encabezado por mujeres.

Los problemas de conciliación, lógicamente más graves en los hogares monomarentales, se unen a los económicos, ya que más de la mitad de las madres solas con hijos a cargo están desempleadas y buena parte de las que tienen trabajo lo tienen de carácter eventual y/o a tiempo parcial. El informe de la Fundación Campalans hace referencia a otro estudio previo de Save the Children en el que se incide en esta problemática y la vincula, como no podría ser de otra manera, con los alarmantes índices de pobreza infantil que se están registrando. Un dato relevante: cuando una madre sola está en paro - recordemos que más de la mitad lo están - la pobreza infantil afecta a 3 de cada 4 niños y niñas. La lenta recuperación de las tasas de empleo beneficia más a la ocupación masculina que a la femenina, ya que de la misma manera que se destruyó más empleo en sectores masculinizados, ahora se recupera también ese trabajo a mayor ritmo. Por eso el riesgo de pobreza es más alto en las mujeres que en los hombres. No digamos ya si pertenecen al colectivo de madres solas...

Estas familias con una sola persona adulta, casi siempre una mujer,  a cargo de uno o más menores, son socialmente más vulnerables: están más expuestas a problemas con la vivienda tales como pobreza energética, acceso a la compra o al alquiler e incluso desahucios. También suelen ser más proclives a enfermedades y a desgaste de su salud mental y física: las crisis de ansiedad y las depresiones afectan a dos de cada diez madres solas. Todo ello, en parte, porque sus redes sociales y de apoyo, su entorno en definitiva, se reduce a la mitad que en el caso de parejas con hijos, con lo que el desgaste emocional y físico es mayor. Tres de cada diez dejan de comprar medicamentos por problemas económicos y casi el 70% reduce los gastos en alimentación.

Otro estudio reciente que analiza la situación de las familias monomarentales, éste de la empresa de recursos humanos Adecco.  Pone de manifiesto que el 53% de las mujeres que encabezan familias monomarentales se encuentra desempleada, frente al 22% general y que la mitad de esas familias viven con menos de 600 euros al mes, mientras que la práctica totalidad de ellas, el 90%, vive con menos de 1.000 euros mensuales. Los hogares monomarentales representan ya cerca de un 11% del total, mientras que hace tres décadas no llegaban al 1%. Estas mujeres responden, en buena parte, a un patrón: una madre de entre 36 y 45 años, divorciada, con estudios secundarios y que generalmente comparte vivienda o ha regresado a casa de sus padres. 

La estadística y los estudios con espíritu analítico no sólo están bien, sino que son imprescindibles para arrojar un foco de luz a la realidad que nos rodea. Pero, lejos de conformarnos, debemos comprometernos y buscar soluciones. Impulsar políticas específicas para este colectivo contribuirá a paliar uno de los efectos más perversos de la crisis y a evitar situaciones de pobreza y exclusión social que tienen un marcado carácter de género, a la vez que rescatamos de esa desigualdad a niños y niñas que son el futuro del país. Políticas que deben pasar por multiplicidad de ámbitos, desde el Ingreso Mínimo Vital y el incremento de la prestación por hijo a cargo, hasta la mejora de la cobertura por desempleo, pasando por políticas activas de empleo que sean reales y efectivas, una ley de igualdad salarial que evite la discriminación por igual trabajo, sin olvidar un plan integral de medidas de conciliación que son necesarias para toda la sociedad y de manera especial para este colectivo. 

lunes, 22 de agosto de 2016

¡FELICIDADES, CAMPEONAS!


Las Olimpiadas de Río 2016 ya son historia. Para el olimpismo español, el medallero arroja un discreto 14º puesto con 17 metales, lejos aún del resultado de Barcelona ´92. Pero podría haber sido mucho peor si la competición se hubiese limitado a las pruebas y los atletas masculinos. Entonces nos hubiéramos tenido que contentar con 8 medallitas de nada, la mitad de las cuales hubiesen sido de bronce. Colombia tiene 8 medallas, y figura en el puesto 23 del ranquing, bastante más atrás que España. 

Digo esto sin acritud, con todo mi respeto y admiración por el deporte masculino. De hecho soy una declarada forofa del Barça, del primer equipo, el que lidera un monstruo del balón como es Messi. Lo que ocurre es que si las mujeres somos la mitad de la población y ganamos más medallas que ellos, más oros y platas que nuestros compatriotas deberíamos ocupar, como mínimo, los mismos espacios mediáticos y obtener el mismo respecto, trato y consideración por parte de la prensa que ellos. Pues no. Si algo ha quedado claro y patente en estas olimpiadas que dejamos atrás es que las columnas periodísticas y los relatos televisivos, radiofónicos, así como, por ende, los elogios en las redes sociales, se los llevan los caballeros. Siempre ellos, ganen o pierdan. Y cuando son ellas las que ganan, es porque hay algún caballerete - léase entrenador- que lo ha hecho posible. 

Lo que está claro es que no podemos pedir peras al olmo. El deporte femenino está considerado, con olimpadas o sin ellas, como si fuera de segunda clase. Cierto es que el público consume mayoritariamente deporte masculino, pero no lo es menos que se habitúa a lo que le dan. Y si es prácticamente imposible ver en televisión y en un canal con audiencia una competición femenina por muy elevada y de calidad que sea (afortunadamente cada vez se prodigan más, pero aún estamos muy lejos de la igualdad), no podemos pretender que el "chip" del periodista deportivo de turno, como el de la persona que está siguiendo los Juegos, cambie de la noche a la mañana, y sea capaz de valorar en su justa medida los logros de nuestras deportistas de élite.

No lo hace porque en su rutina diaria no está acostumbrado - o acostumbrada - a ello, y porque vive en una sociedad que es todavía incapaz - en general- de valorar a las mujeres por sus capacidades físicas e intelectuales y no por sus cualidades físico-sexuales (si es o no sexi, si es más o menos femenina, etc) y/o por sus circunstancias (si está casada o ennoviada, si tiene o quiere tener hijos, si su entrenador es más o menos capaz, si nada como un hombre o si es la reencarnación en versión femenina de un grande del atletismo...) Lo ha constatado un estudio de la Universidad de Cambridge que se ha hecho público coincidiendo con las olimpiadas. Esto último es lo que los medios han destacado de nuestras deportistas. Triste, pero no por ello inesperado, sólo es el reflejo de lo que vivimos día tras día en nuestra sociedad y en nuestros medios de comunicación.

Pero no desesperemos y, sobre todo, no tiremos la toalla. Hay algo que me parece positivo en todo este vergonzante panorama. Nunca, como en estos Juegos Olímpicos, se había hablado tanto y se había suscitado tanta polémica por los titulares machistas reiterados. Porque anteriormente también los había, como digo. La diferencia quizás estribe, por una parte, en que la virtud de las olimpiadas es que suponen un escaparate para todas las disciplinas deportivas, las mayoritarias y las minoritarias. Y en estas últimas nos vemos obligadas a incluir también los deportes de masas cuando las que compiten son mujeres. Por otra parte, la audiencia está afortunadamente cada vez más sensibilizada y tolera menos los insultos y menosprecios de base machista y patriarcal.

Por todo ello, esperemos, confiemos, en que Río 2016 constituya un punto de inflexión, marque un antes y un después en el relato periodístico del deporte femenino en este país y en el mundo en general. Y no sólo eso, deseemos que todos esos titulares dignos de suspenso en cualquier facultad de periodismo sirvan al menos para que la sociedad haga una profunda reflexión sobre el déficit de igualdad que aún la impregna. Y ponga, pongamos entre todas y todos, remedio de una vez por todas. 


miércoles, 20 de julio de 2016

¡QUEREMOS UN PACTO DE ESTADO, YA! 


Sí, queremos, necesitamos, nos urge un Pacto de Estado contra la violencia de género y tiene que ser YA. Esto es insoportable. No podemos, ni queremos, esperar más. Tanto inmovilismo, tanta pasividad del gobierno de Rajoy, resulta insultante y exasperante. Hoy se ha producido un nuevo asesinato machista, esta vez en Benicàssim. Pero ya no es cuestión de dónde, ni siquiera de cuántos. Lamentablemente las cifras se quedan en la obsolescencia con demasiada celeridad. Son muchos los asesinatos, muchas las mujeres víctimas, muchas las asesinadas, más las agredidas, las violadas y las violentadas. Y los casos ocurren en todas partes. Importan, eso sí, las personas, las mujeres que sufren, cada una de ellas con nombre y apellidos.

Pero, con el inmenso drama que todo ello acarrea, lo peor es contemplar la inacción del gobierno en funciones y la del que le precedió, el que estaba en plenas funciones, que es el mismo. El mismo que ha recortado dotaciones presupuestarias para la lucha contra la violencia de género. El mismo que se queda tan ancho al privar al alumnado de una asignatura que educa y previene contra la violencia de género y el machismo, como es educación para la ciudadanía. El mismo que en la LRSAL le quita a la administración más cercana a la ciudadanía, los ayuntamientos, la competencia de asistir a las víctimas del machismo. Lamentable a la par que intolerable.

La violencia de género es un problema que afecta anualmente a unas 700.000 mujeres en España. Ya sé que prometí no hablar de cifras, pero es que es muy grave que ante la dimensión de la tragedia la derecha no haga nada por acabar con este problema con mayúsculas. Digo la derecha y digo bien, porque las y los socialistas impulsamos la ley integral cuando gobernamos y reclamamos y seguimos reclamando desde la oposición que se tomen medidas. Hoy, sin ir más lejos, un día después de constituirse el Congreso de los Diputados, el primer día de facto de andadura de la XII Legislatura ya hemos presentado una batería de quince iniciativas parlamentarias, una de ellas precisamente relativa a la promover un Pacto de Estado contra la violencia de género. 

Decía ayer mi admirado Miguel Lorente, una autoridad en la materia, que está fallando todo en relación con la erradicación de la violencia machista porque los políticos no toman la iniciativa. Tienes toda la razón, Miguel. Estamos ante un problema social de calado sobre todo porque, como bien dices, la sociedad parece no tomarse aún lo suficientemente en serio el tema, no parece consciente de la gravedad del asunto. Las cifras y la reiteración de las noticias sobre estos asesinatos, unido a la frivolidad con que la mayoría de medios abordan el asunto, hacen que corramos el riesgo de acostumbrarnos y darlo por irremediable. Lorente sentencia que lo que tardemos en erradicar la violencia será inversamente proporcional a los medios que pongamos para cambiar la realidad. 

La sociedad debe concienciarse, pero nunca lo hará si sus líderes políticos no actúan. Y eso es lo que nos falta. Porque sólo cuando se actúe empezaremos a ver resultados. Sólo empezaremos a ver un cambio cuando se lleven a cabo medidas decididas como habilitar partidas presupuestarias, recursos en definitiva, destinados a la prevención y a la asistencia de las víctimas; sólo será posible empezar a ver la luz al final del túnel -un túnel que será largo, no vamos a engañarnos- cuando los ayuntamientos tengan a su disposición plenas competencias y un fondo para reforzar esa red de servicios públicos capaz de atender a las mujeres. Únicamente veremos un cambio de actitud en nuestros jóvenes, la claudicación de un machismo rancio que se reproduce generación tras generación, cuando incorporemos a todas las etapas educativas una formación específica en igualdad, educación afectivo-sexual y prevención de la violencia de género. Sólo protegeremos adecuadamente a las víctimas si formamos convenientemente a los magistrados, abogados, forenses y equipos psicosociales que intervengan en los juzgados especializados. 

Algunas y algunos lo tenemos claro. Muchos de los que tenemos responsabilidades políticas somos plenamente conscientes que con hacer balance numérico de las víctimas mensuales o anuales y encogerse de hombros no se resuelve nada. Sabemos que así sólo conseguiremos sentir impotencia y rabia, pero las cifras continuarán al alza. Ahora hace falta que los que han ganado las elecciones y aspiran a continuar gobernando este país se tomen en serio nuestras propuestas y las hagan realidad. Todos, y sobre todo los centenares de miles de víctimas de la violencia de género, saldremos ganando. Ojalá sea así, aunque permítanme dudarlo. Sea como sea, desde mi grupo parlamentario no cesaremos de exigirlo.