lunes, 7 de noviembre de 2016

7N: UN AÑO DESPUÉS, PEOR AÚN


Hoy, 7 de noviembre, se cumple un año desde que medio millón de personas recorriéramos las calles de Madrid para reclamar el fin de la violencia de género, la erradicación del machismo y el impulso de las políticas y acciones certeras desde el Gobierno para conseguir hacer realidad esos objetivos. Yo estuve allí, junto a miles de mujeres y hombres, jóvenes y menos jóvenes. Ha pasado un año y no seguimos igual, sino que estamos mucho peor. Lejos de poder decir con firmeza y convicción que estamos en el buen camino, que hemos empezado a sembrar y pronto recogeremos la primera cosecha, hemos visto como en materia de violencias de género estamos en un charco cada vez más profundo, en un lodazal que amenaza con convertirse en arenas movedizas capaces de engullir todos los logros que conseguimos durante años mediante el impulso de leyes como las de Igualdad o contra al violencia de género. La falta de recursos económicos, presupuestarios, y de una estrategia concretada en un Pacto de Estado contra el terrorismo machista y las violencias de género hacen temer un futuro muy negro en este terreno. 

La realidad, un año después de aquella manifestación multitudinaria en la que pusimos rabia y rechazo a la violencia e ilusión a partes iguales, arroja un balance catastrófico: La reducción del presupuesto del Estado para combatir la violencia de género no se revierte. Tampoco se mejora la inversión ni las acciones preventivas y educativas, que redunden en una mayor conciencia igualitaria en la sociedad y especialmente entre nuestra juventud. La LOMCE no lo contempla, eliminó una asignatura que contribuía a esa formación en igualdad como era Educación para al Ciudadanía. A la vez, la protección policial a las víctimas de violencia machista sigue cayendo y se sitúa actualmente en la mitad de lo que suponía la valoración de riesgo de violencia en el año 2010, cuando gobernaba aún el partido socialista. 

Ante la ausencia de un Pacto de Estado contra la Violencia Machista, el gobierno sigue contemplando impasible cómo hay hombres que maltratatan y asesinan a mujeres porque parten de un concepto de posesión y de falta de respeto hacia la individualidad y la libertad personal, porque practican una concepción de las relaciones afectivas basada en el patriarcado y el androcentrismo como eje transversal. Y ante nuestros ojos demasiado acostumbrados a las consecuencias de esa concepción del mundo - que no por cotidiana es aceptable - siguen pasando casos de violaciones y agresiones sexuales de las que son víctimas 1'5 millones de mujeres en este país, casi un tercio menores de edad. Toleramos con inusitada falta de indignación la cosificación, el uso del cuerpo de la mujer como reclamo publicitario, así como la prostitución y la trata de seres humanos con fines de explotación sexual

El gobierno central y demasiadas comunidades autónomas poco "motivadas" manifiestan una preocupante falta de acción y decisión. A la vez, una red de municipios en toda España, la mayoría de signo progresista, impulsa acciones para erradicar esa lacra social, manifestación de la violencia de género, que es la compra de servicios sexuales y la explotación de mujeres y niñas con esa finalidad. Hace poco más de un mes se celebró en mi ciudad, Santa Coloma de Gramenet, bajo el auspicio de la alcaldesa Núria Parlon, la primera asamblea estatal de municipios libres de trata. Es el mismo municipio que,como otros sensibilizados por el problema de violencia machista, la combate como puede y con los escasos recursos y competencias de que dispone. El mismo que hoy precisamente empieza un seminario sobre el tema, convencido de que hace falta mucho trabajo para avanzar. Sería hora de que se sumaran esfuerzos y recursos contra las violencias machistas desde otras administraciones que, paradójicamente, reclaman para sí las competencias.

Nos falta todavía, como sociedad, una mayor toma de conciencia, aunque vamos dando pequeños pasos hacia la igualdad. Necesitamos una sacudida del concepto y la organización patriarcal del mundo, de nuestra sociedad. Pero eso no pasará por generación espontánea, sin una firme, decidida y estratégica acción política unida al compromiso social, que incida en la raíz del problema.

Un año después del 7N, en Madrid y a lo largo de toda la geografía española se suceden nuevas concentraciones y manifestaciones, menos multitudinarias que aquella porque se realizan de manera descentralizada, pero no menos contundentes ni resueltas. La resignación no hace avanzar el mundo, sino que es la acción la que motiva el cambio. Como decía hace doce meses en las dos entradas que sobre las movilizaciones del 7N publiqué en este blog, el camino a recorrer es largo, pero ya es hora de iniciarlo. Toca colocarlo en el centro de la agenda política. En las calles y en la conciencia de la ciudadanía afortunadamente ya está calando. 


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