INDIGNADAS, NUNCA RESIGNADAS
Decía Stéphane Hessel en su libro ¡Indignaos! que cuando algo te indigna te conviertes en una persona militante, fuerte y comprometida, y añadía que pasas a formar parte de la corriente de la historia, una corriente que tiende hacia mayor justicia y mayor libertad. Así, indignadas, y con esa indignación como fuerza y motor para el cambio, es como actuamos contra la violencia de género infinidad de mujeres y afortunadamente cada vez más hombres.
En esta lucha, y más en un día como hoy, 25 de noviembre, Dia Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la indiferencia es lo peor. La indiferencia hace cómplice, aunque sea por omisión del deber, a quien la practica. El compromiso es la consecuencia lógica de la indignación. Por lo tanto, quien no se compromete, en la medida de sus posibilidades, es porque no se ha indignado contra la injusticia y la vulneración de los derechos humanos que supone, en el caso que nos ocupa, la violencia machista. Dicho de otro modo, le da exactamente igual que cada día se cometan asesinatos contra mujeres por el sólo hecho de serlo y por la pretendida supremacía, dominación y posesión del hombre sobre la mujer.
Se puede ser cómplice de la violencia de género de muchas maneras. Son cómplices los que piensan que éste es sólo un asunto de mujeres y aquellos que practican los micromachismos o machismos cotidianos que alimentan la gran rueda del patriarcado y a los que demasiadas veces no damos importancia. Por supuesto son cómplices de la violencia de género los que acusan a las activistas, a las mujeres comprometidas con la lucha feminista y por la igualdad y las tachan de "feminazis". O los que desde una posición privilegiada lanzan exabruptos más propios del hombre del Neandhertal que del siglo XXI, como el alcalde de Carboneras, que mandó callar a una concejala de la oposición al grito de "guarde respeto cuando está hablando un hombre". No todas las violencias de género son físicas. Las verbales, las psicológicas, las económicas también lo son. No lo olvidemos.
Estoy, estamos, indignadas. Por tanta indiferencia, tanta falta de compromiso, por los que intentan que parezca que éste es un problema privado cuando es un asunto de toda la sociedad y un problema que hay que erradicar desde la raíz, cambiando tantas y tantas cosas y educando de verdad en y para la igualdad, no sólo como individuos sino como sociedad.
Estamos indignadas y salimos a la calle como hicimos el 7N en Madrid y nos indignamos más cuando constatamos ausencias políticas y mediáticas en esa gran marcha. Y la indignación va en aumento cuando vemos que hay quien se permite el lujo no sólo de ser un machista denodado sino de publicarlo a los cuatro vientos desde su altar mediático de turno. Cuando ese alguien puso las bases de un partido que se las da de igualitario aunque basta rascar la fina capa superficial para darse cuenta de la realidad.
Indignadas e indignados, sí. Comprometidas y comprometidos, por supuesto. La resignación y la indiferencia son cómplices, son culpables.
En esta lucha, y más en un día como hoy, 25 de noviembre, Dia Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la indiferencia es lo peor. La indiferencia hace cómplice, aunque sea por omisión del deber, a quien la practica. El compromiso es la consecuencia lógica de la indignación. Por lo tanto, quien no se compromete, en la medida de sus posibilidades, es porque no se ha indignado contra la injusticia y la vulneración de los derechos humanos que supone, en el caso que nos ocupa, la violencia machista. Dicho de otro modo, le da exactamente igual que cada día se cometan asesinatos contra mujeres por el sólo hecho de serlo y por la pretendida supremacía, dominación y posesión del hombre sobre la mujer.
Stéphane Hessel escribió un alegato contra la indiferencia. |
Estoy, estamos, indignadas. Por tanta indiferencia, tanta falta de compromiso, por los que intentan que parezca que éste es un problema privado cuando es un asunto de toda la sociedad y un problema que hay que erradicar desde la raíz, cambiando tantas y tantas cosas y educando de verdad en y para la igualdad, no sólo como individuos sino como sociedad.
Estamos indignadas y salimos a la calle como hicimos el 7N en Madrid y nos indignamos más cuando constatamos ausencias políticas y mediáticas en esa gran marcha. Y la indignación va en aumento cuando vemos que hay quien se permite el lujo no sólo de ser un machista denodado sino de publicarlo a los cuatro vientos desde su altar mediático de turno. Cuando ese alguien puso las bases de un partido que se las da de igualitario aunque basta rascar la fina capa superficial para darse cuenta de la realidad.
Indignadas e indignados, sí. Comprometidas y comprometidos, por supuesto. La resignación y la indiferencia son cómplices, son culpables.
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