EL DÍA QUE ELLOS QUIERAN
La ONU, que estos
días está de aniversario, ha denunciado la lentitud en la progresión social
hacia la igualdad. El informe The world's women report (Las mujeres en
el mundo) elaborado por el departamento de estadística de Naciones Unidas,
arroja unos datos desalentadores: harán falta todavía dos siglos más
para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres.
En todos los terrenos
donde busquemos la comparación, las mujeres salimos perdiendo, a pesar de los
avances que se han producido en las últimas décadas. Una progresión hacia una
sociedad más igualitaria que -dirán algunos- resulta exponencial en relación
con la conseguida en siglos pasados. Es cierto y lo es en diferentes países,
también en España, gracias al empuje de gobiernos progresistas, pero queda muy
lejos aun de ser un avance suficiente y satisfactorio. Además, la realidad es
tozuda y nos demuestra, por una parte, que los avances nunca hay que
darlos por consolidados y debemos seguir peleándolos desde el
feminismo y el compromiso por la igualdad para que no muten de nuevo en
retrocesos. Y, por otra parte, un análisis detenido nos llevará a la distinción
entre igualdad formal e igualdad real, muy alejada ésta de aquella otra que
figura en la legislación. En temas como el de la violencia de género es más que
evidente, pero también lo es en otros terrenos como el laboral o incluso en el
de los derechos sexuales y reproductivos, eternamente amenazados por la moral y
la ideología conservadora.
El informe, como
tantos otros, constata una evidencia ante la que no podemos permanecer
impasibles. Una vez más, se trata de buscar el compromiso de la sociedad en su
conjunto para que el empujón hacia la plena igualdad sea definitivo.
Hay un dato
revelador en el informe de la ONU, un dato que nos ofrece alguna pista del
secreto del éxito en el avance futuro hacia la igualdad: los hombres
siguen corriendo más riesgo de muerte que las mujeres a causa de esa
sociedad desigual que les empuja a adoptar constantemente conductas
consideradas como definidoras de la masculinidad. Por ejemplo, ellos tienen más
riesgo de padecer accidentes de tráfico o de morir a consecuencia del consumo
excesivo de tabaco y/o alcohol.
El día en que los
hombres se den cuenta de que no sólo su vida corre un riesgo inútil que podrían
eliminar cambiando sus conductas o, aún mejor, el día en que ellos
comprueben las ventajas de dejar a un lado una masculinidad mal entendida y de
la que son esclavos sin darse cuenta, ese día, el día que ellos
quieran, seguramente avanzaremos más hacia la igualdad que en los últimos
veinte siglos. Ojalá sea pronto.
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