TODO ATADO, PERO MAL ATADO
El patriarcado está reactivo. Sus defensores siguen haciendo lo que siempre han hecho, imponer sus modos y criterios y echar un pulso, por decirlo finamente. Los hacen a través de sus resortes en las instituciones. Lo hacen a través de sus aliados en la judicatura, en la política, en los medios de comunicación y en la Iglesia. Todo en orden. Todo atado y bien atado. Pero, pese a sus ansias de involucionismo, el siglo XXI ha traído la afirmación del feminismo, determinado a frenarlos.
Los cinco miembros del Tribunal Superior de Justicia de Navarra han confirmado la condena a los procesados por la violación de los sanfermines, conocida para bien o para mal como La Manada. Lo han hecho sin ponerse de acuerdo entre ellos. Algo que, vista la sentencia, no es del todo malo. Si queremos ver la botella medio llena - cuestión que no está exenta de dificultades en este caso bochornoso de justicia patriarcal- tenemos que valorar la disonancia de los dos miembros del Tribunal que sí ven lo que ocurrió, esto es, una violación en toda regla. Luego, los hechos probados y la podrían haber dispuesto al resto de los jueces a pensar lo mismo que los dos que han suscrito un voto particular. pero no ha sido así, igual que ocurrió con la primera sentencia del caso, la de la Audiencia Provincial. Además, la Sala ordena que se dicte una nueva sentencia respecto al delito contra la intimidad del que fueron absueltos y, de ser así, la pena de prisión inicialmente fijada en 9 años podría agravarse.
Cabe preguntarse qué formación y qué poso ideológico campa por las mentes de ciertos magistrados para no ver lo obvio. Pero, sea como fuere, y ya que por falta de perspectiva de género en la aplicación de la ley o por ideología intrínseca - vamos, de serie- en ciertos casos, no sólo en éste, pasa lo que pasa y tenemos sentencias como la referida, urge cambiar el Código Penal. Y urge formar a los y las jueces que abordan temas relacionados con las violencias machistas. En ambas cosas está el Gobierno. El grupo de expertos y expertas de la Comisión de Codificación del Ministerio de Justicia están trabajando en la reforma para sacar de la legislación española el término abuso y considerar como agresión todos los atentados contra la libertad sexual. Y, así, recuperar el delito de violación y dejar poco o nulo margen a la interpretación. En cuanto a la formación de la judicatura, sólo recordar que la primera ley que presentó el grupo socialista para su tramitación en el Congreso tras la formación del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez se refería a eso.
Ahora bien, la batalla va más allá de los tribunales. Pese a la reacción indignada de la sociedad española ante sentencias como la que vuelve a ser noticia, un partido de extrema derecha asoma la cabeza en el Parlamento andaluz. Lo hace diciendo que quiere derogar la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Y casi 400.000 personas van y le votan. Eso sí, son en un 80% hombres. Quiero pensar que a esas 400.000 personas les importa la vida y la dignidad de sus hijas, de sus hermanas, de sus madres. Lo peor es que quien encabeza la lista que han votado es un juez de familia que manifestó en su día claramente su animadversión ante la citada ley y que prevaricó. ¿Habrá más jueces y fiscales, quizás algunos de violencia sobre las mujeres, o de familia, que simpaticen con esos postulados de Vox?
En la Iglesia, ya han dicho amén al resultado de las elecciones en Andalucía. El obispo de Córdoba ha celebrado con un "espectacular" como calificativo el vuelco electoral en aquella comunidad. Más allá de si la curia debe o no pronunciarse políticamente - yo creo que cada cual a lo suyo, si no, que no se ofendan cuando los políticos opinamos sobre temas por los que se sienten especialmente aludidos- lo que ha hecho hoy Demetrio Fernández es hundir a la iglesia española aun más si cabe en el pretérito y la anacronía. Un dato: fue el mismo obispo que se negó a apartar de sus funciones pastorales a un cura condenado a varios años de cárcel por abusos sexuales contra una niña. El mismo que sentenció que "cuanto más varón sea el varón, mejor para todos en la casa" porque aporta la protección y la seguridad. Cuánto más mujer y más femenina sea la mujer, mejor para todos en casa".
Hoy me he sorprendido a mí misma desempolvando el primer libro que publiqué, hace ya quince años, "Soy mujer y pretendo trabajar". Citaba allí al jesuita Enrique Herrera Oria quien aseguraba, allá por 1941, en los primeros años del franquismo, que "el error sectario que ha habido en España en los últimos años antes del Movimiento ha sido apartar a la mujer de su futura misión de madre de familia, llevándola a los centros de educación en las mismas condiciones de los hombres". El franquista ya tiene su digno heredero. Pero la diferencia es que estamos en una democracia consolidada y que las mujeres, que sólo en una ínfima minoría apoyan estos postulados eclesiásticos, políticos o judiciales, estamos también reactivas frente a estas ofensas contra nuestra dignidad y contra nuestros derechos. Ladran, luego cabalgamos. Ah, y no es abuso, es violación.
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