Y PUTIN LEGALIZÓ LA VIOLENCIA MACHISTA
Es aún peor de lo esperado. Este año 2017 apenas ha andado 40 días y ya resulta insoportable. En clave de igualdad, la situación es más que preocupante. En lo interno y en el plano internacional también. Al fin y al cabo, en un mundo globalizado como en el que vivimos, nada de lo que ocurra en el orbe nos es - o nos debería ser- ajeno.
En lo interno, porque mientras la subcomisión para el Pacto de Estado contra la Violencia de Género inicia sus trabajos con paso firme y decidido, el gobierno del PP da signos de no creerse nada. O, al menos, de estar poco dispuesto a facilitar los recursos necesarios para atajar este grave problema. Con excusas baratas, falta de compromiso real y poquísimas ganas, el gobierno ha suprimido la financiación a las pequeñas y medianas empresas para la implementación de planes de igualdad. lo mismo ha hecho con las becas a posgrados para la formación en igualdad en las universidades españolas. Y lo ha repetido con la estrategia contra la brecha salarial. Ante estos atropellos, "justificados" por el cierre adelantado del presupuesto de gastos y operaciones no presupuestarias de 2016, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, se encoje de hombros. Sí, tal como lo están leyendo, se encoje de hombros y pasa palabra. Es subsanable si usted quiere, ministra, y lo sabe. El gobierno lo ha hecho con otros temas afectados por la misma medida. Se trata de prioridades y de intereses ¿Será que al PP no le interesa la igualdad real ni los derechos de las mujeres? El movimiento, señora Montserrat, se demuestra andando.
Mientras tanto, los maltratadores, los asesinos, el machismo, siguen matando. Ocho mujeres asesinadas se contabilizan cuando escribo estas líneas, y además una niña, una bebé a la que mató su padre para hacer daño, el peor daño imaginable, a la madre.
Si echamos la vista al exterior, nos encontramos con que dos potencias como EEUU y Rusia están dando muestras del peor involucionismo en materia de derechos de las mujeres y respeto a la mitad de la población. Los EEUU de Donald Trump viven tiempos convulsos. Desde su toma de posesión, de la que aún no se ha cumplido el primer mes -no, aunque parezca una eternidad, fue el pasado 20 de enero- se han sucedido las protestas. La concentración mayoritaria fue la protagonizada por "la marcha de las mujeres", que sólo en Whasington superó de largo a la de la investidura de tan sólo un día antes. En el resto del mundo también se organizaron manifestaciones solidarias de mujeres. Entre ellas, la que tuvo lugar en Barcelona, a la que acudí y que ilustra este artículo.
Y es que Trump no es garante de nuestros derechos, ¿cómo va a serlo un individuo con semejante currículum de supuestos acosos sexuales y tamaña lista de ataques verbales a las mujeres? Incluso su gestualidad, el lenguaje no verbal del flamante presidente respecto a su mujer, Melania Trump, se ha puesto de relieve, sobre todo en contraposición con el buen trato y deferencia del saliente Barack Obama hacia su mujer y hacia la señora Trump.
Los machos alfa gobiernan el mundo, me temo. Y así nos va. La trayectoria de Putin, el presidente de Rusia, ya hacía temer algo así, pero hasta que se ha materializado la legalización de la violencia machista en ese país, y aunque estaba anunciada, no nos resignábamos a creer que iría tan lejos. Hace dieciséis años que Miguel Lorente publicó su libro "Mi marido me pega lo normal". En este tiempo hemos avanzado en la percepción y la condena social de las violencias machistas, afortunadamente, y nos queda todavía mucho por avanzar, especialmente en la prevención y en la protección de las víctimas. En Rusia, que "tu marido, tu novio, o tu ex te pegue lo normal", no será delito.
Lo que solemos denominar como la comunidad internacional no puede quedarse de brazos cruzados ante estos atropellos. Los organismos internacionales de derechos humanos, como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), establecen que los Estados tienen la obligación de garantizar los derechos humanos de las mujeres. Tienen la obligación de prevenir, investigar y sancionar todas las formas de violencia, y reparar a las víctimas. Pero a Putin le trae al pairo.
Malos referentes traen nefastas consecuencias. No nos podemos permitir que nuestros hijos e hijas crezcan pensando que el maltrato, si no es reiterado, es normal y tolerable. O que alguien que desprecia a las mujeres y opina que somos un mero objeto llegue a la presidencia de los EEUU. O que el gobierno de España sigue recortando en igualdad y no pasa nada. Por eso lo denunciamos. Por eso, precisamente, no nos quedaremos quietas.
En lo interno, porque mientras la subcomisión para el Pacto de Estado contra la Violencia de Género inicia sus trabajos con paso firme y decidido, el gobierno del PP da signos de no creerse nada. O, al menos, de estar poco dispuesto a facilitar los recursos necesarios para atajar este grave problema. Con excusas baratas, falta de compromiso real y poquísimas ganas, el gobierno ha suprimido la financiación a las pequeñas y medianas empresas para la implementación de planes de igualdad. lo mismo ha hecho con las becas a posgrados para la formación en igualdad en las universidades españolas. Y lo ha repetido con la estrategia contra la brecha salarial. Ante estos atropellos, "justificados" por el cierre adelantado del presupuesto de gastos y operaciones no presupuestarias de 2016, la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, se encoje de hombros. Sí, tal como lo están leyendo, se encoje de hombros y pasa palabra. Es subsanable si usted quiere, ministra, y lo sabe. El gobierno lo ha hecho con otros temas afectados por la misma medida. Se trata de prioridades y de intereses ¿Será que al PP no le interesa la igualdad real ni los derechos de las mujeres? El movimiento, señora Montserrat, se demuestra andando.
Mientras tanto, los maltratadores, los asesinos, el machismo, siguen matando. Ocho mujeres asesinadas se contabilizan cuando escribo estas líneas, y además una niña, una bebé a la que mató su padre para hacer daño, el peor daño imaginable, a la madre.
Si echamos la vista al exterior, nos encontramos con que dos potencias como EEUU y Rusia están dando muestras del peor involucionismo en materia de derechos de las mujeres y respeto a la mitad de la población. Los EEUU de Donald Trump viven tiempos convulsos. Desde su toma de posesión, de la que aún no se ha cumplido el primer mes -no, aunque parezca una eternidad, fue el pasado 20 de enero- se han sucedido las protestas. La concentración mayoritaria fue la protagonizada por "la marcha de las mujeres", que sólo en Whasington superó de largo a la de la investidura de tan sólo un día antes. En el resto del mundo también se organizaron manifestaciones solidarias de mujeres. Entre ellas, la que tuvo lugar en Barcelona, a la que acudí y que ilustra este artículo.
Y es que Trump no es garante de nuestros derechos, ¿cómo va a serlo un individuo con semejante currículum de supuestos acosos sexuales y tamaña lista de ataques verbales a las mujeres? Incluso su gestualidad, el lenguaje no verbal del flamante presidente respecto a su mujer, Melania Trump, se ha puesto de relieve, sobre todo en contraposición con el buen trato y deferencia del saliente Barack Obama hacia su mujer y hacia la señora Trump.
Los machos alfa gobiernan el mundo, me temo. Y así nos va. La trayectoria de Putin, el presidente de Rusia, ya hacía temer algo así, pero hasta que se ha materializado la legalización de la violencia machista en ese país, y aunque estaba anunciada, no nos resignábamos a creer que iría tan lejos. Hace dieciséis años que Miguel Lorente publicó su libro "Mi marido me pega lo normal". En este tiempo hemos avanzado en la percepción y la condena social de las violencias machistas, afortunadamente, y nos queda todavía mucho por avanzar, especialmente en la prevención y en la protección de las víctimas. En Rusia, que "tu marido, tu novio, o tu ex te pegue lo normal", no será delito.
Lo que solemos denominar como la comunidad internacional no puede quedarse de brazos cruzados ante estos atropellos. Los organismos internacionales de derechos humanos, como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), establecen que los Estados tienen la obligación de garantizar los derechos humanos de las mujeres. Tienen la obligación de prevenir, investigar y sancionar todas las formas de violencia, y reparar a las víctimas. Pero a Putin le trae al pairo.
Malos referentes traen nefastas consecuencias. No nos podemos permitir que nuestros hijos e hijas crezcan pensando que el maltrato, si no es reiterado, es normal y tolerable. O que alguien que desprecia a las mujeres y opina que somos un mero objeto llegue a la presidencia de los EEUU. O que el gobierno de España sigue recortando en igualdad y no pasa nada. Por eso lo denunciamos. Por eso, precisamente, no nos quedaremos quietas.
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