¡QUEREMOS UN PACTO DE ESTADO, YA!
Sí, queremos, necesitamos, nos urge un Pacto de Estado contra la violencia de género y tiene que ser YA. Esto es insoportable. No podemos, ni queremos, esperar más. Tanto inmovilismo, tanta pasividad del gobierno de Rajoy, resulta insultante y exasperante. Hoy se ha producido un nuevo asesinato machista, esta vez en Benicàssim. Pero ya no es cuestión de dónde, ni siquiera de cuántos. Lamentablemente las cifras se quedan en la obsolescencia con demasiada celeridad. Son muchos los asesinatos, muchas las mujeres víctimas, muchas las asesinadas, más las agredidas, las violadas y las violentadas. Y los casos ocurren en todas partes. Importan, eso sí, las personas, las mujeres que sufren, cada una de ellas con nombre y apellidos.
Pero, con el inmenso drama que todo ello acarrea, lo peor es contemplar la inacción del gobierno en funciones y la del que le precedió, el que estaba en plenas funciones, que es el mismo. El mismo que ha recortado dotaciones presupuestarias para la lucha contra la violencia de género. El mismo que se queda tan ancho al privar al alumnado de una asignatura que educa y previene contra la violencia de género y el machismo, como es educación para la ciudadanía. El mismo que en la LRSAL le quita a la administración más cercana a la ciudadanía, los ayuntamientos, la competencia de asistir a las víctimas del machismo. Lamentable a la par que intolerable.
La violencia de género es un problema que afecta anualmente a unas 700.000 mujeres en España. Ya sé que prometí no hablar de cifras, pero es que es muy grave que ante la dimensión de la tragedia la derecha no haga nada por acabar con este problema con mayúsculas. Digo la derecha y digo bien, porque las y los socialistas impulsamos la ley integral cuando gobernamos y reclamamos y seguimos reclamando desde la oposición que se tomen medidas. Hoy, sin ir más lejos, un día después de constituirse el Congreso de los Diputados, el primer día de facto de andadura de la XII Legislatura ya hemos presentado una batería de quince iniciativas parlamentarias, una de ellas precisamente relativa a la promover un Pacto de Estado contra la violencia de género.
Decía ayer mi admirado Miguel Lorente, una autoridad en la materia, que está fallando todo en relación con la erradicación de la violencia machista porque los políticos no toman la iniciativa. Tienes toda la razón, Miguel. Estamos ante un problema social de calado sobre todo porque, como bien dices, la sociedad parece no tomarse aún lo suficientemente en serio el tema, no parece consciente de la gravedad del asunto. Las cifras y la reiteración de las noticias sobre estos asesinatos, unido a la frivolidad con que la mayoría de medios abordan el asunto, hacen que corramos el riesgo de acostumbrarnos y darlo por irremediable. Lorente sentencia que lo que tardemos en erradicar la violencia será inversamente proporcional a los medios que pongamos para cambiar la realidad.
La sociedad debe concienciarse, pero nunca lo hará si sus líderes políticos no actúan. Y eso es lo que nos falta. Porque sólo cuando se actúe empezaremos a ver resultados. Sólo empezaremos a ver un cambio cuando se lleven a cabo medidas decididas como habilitar partidas presupuestarias, recursos en definitiva, destinados a la prevención y a la asistencia de las víctimas; sólo será posible empezar a ver la luz al final del túnel -un túnel que será largo, no vamos a engañarnos- cuando los ayuntamientos tengan a su disposición plenas competencias y un fondo para reforzar esa red de servicios públicos capaz de atender a las mujeres. Únicamente veremos un cambio de actitud en nuestros jóvenes, la claudicación de un machismo rancio que se reproduce generación tras generación, cuando incorporemos a todas las etapas educativas una formación específica en igualdad, educación afectivo-sexual y prevención de la violencia de género. Sólo protegeremos adecuadamente a las víctimas si formamos convenientemente a los magistrados, abogados, forenses y equipos psicosociales que intervengan en los juzgados especializados.
Algunas y algunos lo tenemos claro. Muchos de los que tenemos responsabilidades políticas somos plenamente conscientes que con hacer balance numérico de las víctimas mensuales o anuales y encogerse de hombros no se resuelve nada. Sabemos que así sólo conseguiremos sentir impotencia y rabia, pero las cifras continuarán al alza. Ahora hace falta que los que han ganado las elecciones y aspiran a continuar gobernando este país se tomen en serio nuestras propuestas y las hagan realidad. Todos, y sobre todo los centenares de miles de víctimas de la violencia de género, saldremos ganando. Ojalá sea así, aunque permítanme dudarlo. Sea como sea, desde mi grupo parlamentario no cesaremos de exigirlo.
Pero, con el inmenso drama que todo ello acarrea, lo peor es contemplar la inacción del gobierno en funciones y la del que le precedió, el que estaba en plenas funciones, que es el mismo. El mismo que ha recortado dotaciones presupuestarias para la lucha contra la violencia de género. El mismo que se queda tan ancho al privar al alumnado de una asignatura que educa y previene contra la violencia de género y el machismo, como es educación para la ciudadanía. El mismo que en la LRSAL le quita a la administración más cercana a la ciudadanía, los ayuntamientos, la competencia de asistir a las víctimas del machismo. Lamentable a la par que intolerable.
La violencia de género es un problema que afecta anualmente a unas 700.000 mujeres en España. Ya sé que prometí no hablar de cifras, pero es que es muy grave que ante la dimensión de la tragedia la derecha no haga nada por acabar con este problema con mayúsculas. Digo la derecha y digo bien, porque las y los socialistas impulsamos la ley integral cuando gobernamos y reclamamos y seguimos reclamando desde la oposición que se tomen medidas. Hoy, sin ir más lejos, un día después de constituirse el Congreso de los Diputados, el primer día de facto de andadura de la XII Legislatura ya hemos presentado una batería de quince iniciativas parlamentarias, una de ellas precisamente relativa a la promover un Pacto de Estado contra la violencia de género.
Decía ayer mi admirado Miguel Lorente, una autoridad en la materia, que está fallando todo en relación con la erradicación de la violencia machista porque los políticos no toman la iniciativa. Tienes toda la razón, Miguel. Estamos ante un problema social de calado sobre todo porque, como bien dices, la sociedad parece no tomarse aún lo suficientemente en serio el tema, no parece consciente de la gravedad del asunto. Las cifras y la reiteración de las noticias sobre estos asesinatos, unido a la frivolidad con que la mayoría de medios abordan el asunto, hacen que corramos el riesgo de acostumbrarnos y darlo por irremediable. Lorente sentencia que lo que tardemos en erradicar la violencia será inversamente proporcional a los medios que pongamos para cambiar la realidad.
La sociedad debe concienciarse, pero nunca lo hará si sus líderes políticos no actúan. Y eso es lo que nos falta. Porque sólo cuando se actúe empezaremos a ver resultados. Sólo empezaremos a ver un cambio cuando se lleven a cabo medidas decididas como habilitar partidas presupuestarias, recursos en definitiva, destinados a la prevención y a la asistencia de las víctimas; sólo será posible empezar a ver la luz al final del túnel -un túnel que será largo, no vamos a engañarnos- cuando los ayuntamientos tengan a su disposición plenas competencias y un fondo para reforzar esa red de servicios públicos capaz de atender a las mujeres. Únicamente veremos un cambio de actitud en nuestros jóvenes, la claudicación de un machismo rancio que se reproduce generación tras generación, cuando incorporemos a todas las etapas educativas una formación específica en igualdad, educación afectivo-sexual y prevención de la violencia de género. Sólo protegeremos adecuadamente a las víctimas si formamos convenientemente a los magistrados, abogados, forenses y equipos psicosociales que intervengan en los juzgados especializados.
Algunas y algunos lo tenemos claro. Muchos de los que tenemos responsabilidades políticas somos plenamente conscientes que con hacer balance numérico de las víctimas mensuales o anuales y encogerse de hombros no se resuelve nada. Sabemos que así sólo conseguiremos sentir impotencia y rabia, pero las cifras continuarán al alza. Ahora hace falta que los que han ganado las elecciones y aspiran a continuar gobernando este país se tomen en serio nuestras propuestas y las hagan realidad. Todos, y sobre todo los centenares de miles de víctimas de la violencia de género, saldremos ganando. Ojalá sea así, aunque permítanme dudarlo. Sea como sea, desde mi grupo parlamentario no cesaremos de exigirlo.
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