EN EL DÍA DE LAS MUJERES POR LA PAZ
El Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme es una de esas fechas señaladas en el calendario que nos recuerdan la necesidad de reflexionar y analizar determinadas situaciones que, generalmente, están vinculadas a desigualdades y a injusticias. Instituciones y organizaciones comprometidas o cuando menos sensibilizadas aprovechan para lanzar manifiestos, difundir estudios e informes y para visibilizar colectivos que acostumbran a pasar demasiado desapercibidos para los medios de comunicación. Éstos, a su vez, lavan sus maltrechas conciencias hablando por un día de esas personas olvidadas, aunque en la edición del día siguiente pasen de nuevo al anonimato, hasta el nuevo año, hasta el nuevo día internacional de su causa. Causas perdidas, días internacionales encontrados. Eso es así. Dicho lo cual, bienvenidos sean esos días. Porque, si no fuera gracias a ellos, ni siquiera durante unas horas tendrían voz -o al menos foco- determinadas personas que sufren cada día por su opción sexual o política, por su religión o simplemente por haber nacido en un lugar inoportuno o en una familia poco afortunada.
El 24 de mayo se ha institucionalizado como una jornada en la que se analiza el papel de las mujeres en los conflictos armados y situaciones de emergencia humanitaria. Casualidades de la vida, este 24 de mayo de 2016 nos hemos desayunado con la noticia del desalojo del campo de Idomeini y con el desgarrador audio de una enfermera catalana que califica a Europa de asesina porque utiliza gases lacrimógenos contra las personas refugiadas que huyen del horror de la guerra en Siria. Precisamente hoy el eurodiputado socialista Javi López ha registrado una denuncia en la Comisión Europea por el uso de estos gases en el traslado de refugiados desde Idomeini a centros de acogida.
Según ONU Mujeres - que estos días participa en la Cumbre Mundial Humanitaria- los desastres matan a más mujeres que hombres y el 60% de las muertes maternas ocurren en situaciones de emergencia humanitaria o conflicto armado. Y las niñas tienen 2'5 veces más de probabilidades de no estar escolarizadas en países afectados por conflictos que en los que no lo están. Sobradamente conocido es el uso cada vez más frecuente de los abusos sexuales y todo tipo de violencia contra las mujeres como arma de guerra, como represalia hacia la población civil en zonas de guerra o simple y llanamente como método de "desahogo" de la tropa, sea ésta ejército atacante o incluso, en demasiadas ocasiones, tropas de interposición o de salvamento humanitario. En los campos y en los periplos de las mujeres que huyen de sus países en guerra ocurren estas agresiones. Ellas, sobre todo las que viajan solas, son víctimas de las mafias y trata de personas, como lo son los niños y niñas. Lo sabemos, lo saben los organismos internacionales, pero continúa pasando cada día.
Una vez más, la asignatura pendiente es la de dar voz a las mujeres en un tema tan trascendente como la consecución de la paz y el desarme. También la de visibilizar a las que trabajaron y trabajan para conseguirlo. Nombres conocidos como Rosa Parks, Rigoberta Menchú o las Mujeres de Negro son sólo algunos de los muchos que deberían figurar en lugar destacado en los manuales escolares. Y, por supuesto, es extremadamente urgente que los gobiernos y ese "ente" llamado comunidad internacional velen por las condiciones de vida de las mujeres en los conflictos armados y en las situaciones de emergencia. Por dignidad, por humanidad y por justicia. No hay excusas que valgan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario