BEIJING, 20 AÑOS DE LA CONFERENCIA MUNDIAL SOBRE LA MUJER
El pasado mes de septiembre se cumplieron 20 años de la celebración de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer organizada por la ONU en la ciudad china de Beijing. Se han encontrado a faltar en estos últimos meses los tan recurrentes como necesarios análisis y balances sobre cómo y dónde estamos las mujeres pasadas dos décadas de tan crucial encuentro. Uno de los balances más interesantes lo llevó a cabo el viernes 22 de abril la Fundació Campalans, think tank del socialismo catalán, y la Fundación Europea de Estudios Progresistas. Una jornada muy interesante con puntos de vista diversos y complementarios. Una jornada para evidenciar que nos queda mucho camino por recorrer y para poner en valor el que ya hemos recorrido, no sin esfuerzo y lucha denodada.
En algunas cuestiones, como la tasa de actividad femenina, España estaba tan atrasada hace 20 años que el avance ha sido significativo. Así lo dejó claro en la jornada del viernes María Isabel Rodríguez, consultora de Abay Analistas. La mala noticia es que tras cuarenta años de progresión positiva, la tasa de actividad femenina ha caído por vez primera en este país y lo ha hecho "gracias" a las políticas retrógradas del PP en materia de igualdad y, por supuesto, en materia laboral y social.
En otros aspectos, como los que conciernen al ámbito privado y doméstico, a la organización del tiempo de trabajo y de dedicación a las tareas del hogar y al cuidado de niños y personas dependientes, estamos aún a años luz de lo establecido en la Declaración de Beijing. Si esos ámbitos no experimentan una progresión paralela al que hemos visto en los últimos años en el ámbito público, especialmente en el laboral, éste frenará su progresión, es inevitable y además ya lo estamos viendo y padeciendo. Tampoco vemos la luz al final del túnel en cuestión de violencia de género, más allá de una creciente toma de conciencia social y un abordaje más integral, pero falta todavía el compromiso firme de poderes e instituciones.
Más allá de nuestro país - no olvidemos que la de Beijing fue una conferencia mundial y como tal abarcaba aspectos transnacionales- las violaciones y vejaciones a mujeres y niñas en situaciones de guerra continúan siendo el pan de cada día y, cada vez más, un arma de guerra en sí misma. El drama de las mujeres refugiadas constituye una vergüenza añadida a la actitud inhumana de Europa en esta cuestión. Y en todas partes la pobreza sigue teniendo rostro de mujer porque no se han habilitado las medidas necesarias para remediarlo.
Al hablar de derechos de las mujeres estamos hablando de derechos humanos. Esto, que a ojos de hoy podría parecer una evidencia, lo dejó claro la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing. María Dolors Renau, ex presidenta de la Internacional Socialista de Mujeres, se preguntaba por qué motivo Naciones Unidas no se ha planteado a estas alturas una nueva edición de la Conferencia Mundial sobre la Mujer, y ella misma se contestaba: "Por algo será". Aquel compromiso con los derechos de las mujeres dista mucho de ser realidad pasados más de 20 años. Por eso debemos seguir reivindicando y luchando, de manera individual y colectiva, desde la política y desde la sociedad civil. Porque, como ha dicho Ranjana Kumari, una de las asistentes a la Conferencia de Beijing, "tenemos que cumplir las promesas que hicimos a nuestras hijas mientras cantábamos canciones de victoria y bailábamos". Celebremos, pues, los avances, no caigamos en el catastrofismo y trabajemos sin desfallecer porque Beijing fue un punto sin retorno, cambió las vidas y las miradas de todas las mujeres que participaron en la Conferencia Mundial y pretendió cambiar también las del resto del mundo. No defraudemos tan noble propósito.
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