VIOLENCIA
DE GÉNERO Y RTVE
Mucho se ha escrito, dicho, analizado y
recomendado sobre el tratamiento
mediático de la violencia de género. Pero a pesar de ello, los medios de
comunicación y particularmente las televisiones continúan haciendo oídos sordos
y siguen abordando de una manera extremadamente irresponsable esta cuestión que
se debate en sede parlamentaria con la intención de alcanzar, a corto plazo, un
Pacto de Estado.
La
responsabilidad de los medios, de sus cargos directivos y de los y las periodistas
es incuestionable, a la par que ineludible. Si, además, estamos hablando de
medios públicos, la no asunción de esa responsabilidad es una
desatención a la legalidad vigente.
Formo
parte de la subcomisión del Congreso de los Diputados para un Pacto de Estado
sobre la Violencia de Género. Llevamos cerca de 60 comparecencias y en una
buena parte de ellas se ha abordado, sea de manera plena o colateral, este
tema, el del papel de los medios
en el abordaje y prevención de la violencia machista. Hace unos días, en la Comisión Mixta
de Control Parlamentario de la Corporación RTVE y sus Sociedades, le formulé al
presidente de esa Corporación, José Antonio Sánchez, una
pregunta sobre qué actuaciones
se llevan a cabo para dar cumplimiento a lo que indica al respecto la Ley
integral contra la violencia de género. Y, claro, le ofrecí mi
parecer: que en absoluto se está cumpliendo el mandato de la ley y, lo que es
peor, en algunos programas como La Mañana o en Hora Punta, de Javier Cárdenas,
se vulnera esa ley, así como la Ley de Igualdad, de la que hace poco
conmemoramos el décimo aniversario.
Fue en La Mañana de La Uno donde se
vendió como exclusiva una entrevista al violador de Pirámides, autor
confeso de al menos 140 violaciones. Una información tendenciosa, con
referencia sólo al autor del delito, tratando al victimario como víctima y
evitando cualquier alusión a las mujeres que agredió sexualmente. Una auténtica
vergüenza. Y no fue un desliz. La violencia de género se ha tratado con
alarmante frivolidad, con irresponsabilidad y con banalización en ese programa,
que cuenta con tertulianos
habituales que defienden falacias como la existencia extendida y sistemática de
denuncias falsas. Cuando está probado que son pura anécdota y que cuando
existen, se detectan y se persiguen con la pena que merecen. Las denuncias
falsas no son el problema, el problema son los miles de casos, denunciados o
no, que se continúan dando en nuestro país.
Y sobre
el programa de Javier Cárdenas no me extenderé. Es sobradamente conocida la
frivolidad, demostraciones de machismo y difusión de estereotipos sexistas en
este y otros programas que ha presentado. El presidente de RTVE, por cierto, se
mostró sorprendido y aseguró que no se ha enterado de que "en RTVE se
fomente la imagen de la mujer como objeto sexual". Pues ese es el
problema, señor Sánchez, que no se entera ni se quiere enterar. Que le da
absolutamente igual el contenido de esos programas y otros que emite la primera
cadena de la televisión pública estatal. Que la
igualdad brilla por su ausencia en TVE, que el
Plan de Igualdad interno no se cumple, que
no forma adecuadamente en igualdad a sus profesionales para que no se repita
día tras día ese tratamiento inadecuado en forma de opiniones, imágenes o
contenidos.
Dice el
profesor de periodismo y doctor en Ciencias de la Información José
María Calleja que
hasta que los medios pusieron la cámara en el punto de vista de las mujeres,
pasaron muchos años pero que, actualmente, esos mismos medios de comunicación siguen sin
tener una posición beligerante frente a la violencia de género. Posición
beligerante que sí demostraron tener en un problema asimilable como fue el
terrorismo etarra. Es cierto. Los medios abordan este tema como si se tratase
de un problema particular y como si estuviéramos ante un simple suceso. Por eso
ofrecen detalles morbosos y dan validez al testimonio de cualquiera. Por eso,
cuando nos cuentan un caso, no lo contextualizan, lo narran sin molestarse en
enmarcarlo en el verdadero problema que hay detrás de todos los casos de
violencia de género: la desigualdad y el machismo.
Yo recuerdo el primer caso de
violencia de género que tuve que cubrir en mi carrera profesional como
periodista. Apenas se habían iniciado los años 90 del pasado siglo y el
concepto de violencia de género no era el más usado. Entonces aún se hablaba de
crímenes pasionales y se justificaba al agresor - que terminó suicidándose tras
asesinar a su mujer y a su hijo- argumentando que padeció enajenación mental transitoria.
Vamos, que le dio un aire, que se le cruzaron los cables, y acabó con la vida
"de los que más quería" y, al darse cuenta de lo que había hecho, se
quitó de en medio. Han pasado los años y, afortunadamente, hoy sabemos que esos
asesinatos son calculados, premeditados y, sobre todo, que tienen un
denominador común, se suicide o no el autor: se trata de violencia ejercida
sobre la mujer por el hecho de ser mujer y el machismo y la desigualdad
subyacen en todos los casos. También recuerdo como en aquellos años era
relativamente habitual que fuentes policiales justificaran algún caso de
agresión de un marido a su mujer, que terminaba en desistimiento o en retirada
de la denuncia porque "algo habría hecho para que le levantara la
mano".... Tal cual aunque, lógicamente, nunca reproduje - por sentido
común y por honor a la verdad- semejante sentencia en mis crónicas. Un sentido
común y una defensa de la víctima que en demasiadas ocasiones, aun hoy en día,
encuentro a faltar en algunos compañeros y compañeras de profesión.
Pero ya
es suficiente. Es hora de que ese tipo de comentarios, justificaciones y
sesgos, de que ese tratamiento mediático y por ende social de la violencia de
género quede del todo desterrado. No nos podemos permitir continuar así. Es urgente un pacto mediático,
un compromiso serio, empezando por los medios públicos como RTVE, para que se
aborde este problema como lo que es, una cuestión de Estado en cuyo combate
debe implicarse toda la sociedad. Y es deber del presidente de la Corporación,
en la parte que le corresponde, velar porque así sea.
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