VACUNEMOS A LA JUVENTUD CONTRA EL MACHISMO
Se lo dije hace unos días a la ministra Dolors Montserrat en la sesión de control al Gobierno: tenemos un grave problema. La violencia de género no sólo es una lacra en la sociedad actual sino que lo continuará siendo en el futuro a menos que eduquemos y concienciemos a la juventud. Y es que, según el último informe de la FAD, casi uno de cada tres jóvenes la normaliza la vilencia de género, cree que es normal que en una relación de pareja heterosexual haya cierto grado de posesión, de dominio o incluso de violencia del hombre hacia la mujer. Desde luego, algo estamos haciendo muy mal, y si no lo remediamos, lo pagaremos muy caro las mujeres durante muchas generaciones.
El machismo, germen de la violencia contra las mujeres, está incrustado en nuestra sociedad. El último Eurobarómetro de la Comisión Europea desvela que el 44% de los europeos considera que el sitio "natural" para la mujer es la casa, el ámbito de lo doméstico, mientras que el del hombre es el de lo público, ganar el sustento de la familia. Vamos, como en las cavernas, ni más ni menos. Ese porcentaje es la media de los países de la UE, y en España se sitúa en el 29%. Es decir, prácticamente el mismo porcentaje de personas que en este país creen que las mujeres tenemos que fregar y nada más, y que tenemos que hacerlo nosotras porque nacimos mujeres, lo encontramos cuando nos fijamos en los jóvenes y les preguntamos por la violencia machista. Insisto, preocupante.
Cuando, hace quince o veinte años, el término violencia de género no estaba en la agenda política ni social, cuando no teníamos una Ley específica, cuando no era habitual que saliéramos a la calle a gritar "NI Una Más, Ni Una Menos, nos queremos vivas", como hacemos ahora las mujeres, y afortunadamente cada vez más hombres, entonces quizás hubiéramos podido entender que un tercio de la población no sólo no condenase sino que normalizara el maltrato. Pero ha pasado el tiempo, tenemos ley, incluso acabamos de aprobar un Pacto de Estado. ¿Qué está fallando entonces para que no únicamente la población adulta sino los más jóvenes continúen pensando así?
El recorte de los últimos años en educación llevado a cabo por el Gobierno del PP tendrá algo que ver. La falta de formación específica del profesorado y la supresión de la asignatura de Educación para la Ciudadanía no favorecen en absoluto una adecuada instrucción de chicos y chicas, de niños y niñas, en igualdad, ni facilita que reciban educación para alejarlos de actitudes machistas y cercanas a la violencia de género. Además, las redes sociales y la mensajería instantánea han propiciado la aparición de nuevas formas de violencia. Éstas adoptan la forma de actitudes de control y con demasiada frecuencia son ejercidas hacia las jóvenes adolescentes por parte de sus parejas.
Otro aspecto en el que tampoco avanzamos es la manera de abordar las cuestiones relacionadas con la igualdad entre hombres y mujeres por parte de los medios de comunicación y en general el sector del audiovisual. Y eso es fundamental en una sociedad en la que los y las más jóvenes pasan horas y horas delante de las pantallas, sean éstas las del ordenador o tablet, smartphone o incluso el cine, visionando vídeos en YouTube, usando aplicaciones, jugando con videojuegos o viendo series. Y, es más, como bien señala Ana de Miguel , buena parte de los jóvenes construyen su imaginario sexual a través del visionado de pornografía. Y en ese mundo hay secuencias terribles de violencia hacia las mujeres. El Pacto de Estado incluye también, a propuestas del grupo socialista, muchas medidas relacionadas con medios. Pero el Gobierno todavía no las ha puesto en marcha, aunque en su mayoría no dependen de incrementos presupuestarios.
La responsabilidad que tenemos como sociedad, la que tenemos las personas que nos dedicamos a la política, y en especial la que tienen los gobiernos, es inmensa. No erradicaremos la violencia machista si no construimos una sociedad más igualitaria, en la que sea el respeto hacia las mujeres el esté normalizado, y no la violencia. Y hay que empezar por los y las que que aún están construyendo su personalidad. Cito -como cité el miércoles pasado en el Congreso- a la presidenta de Mujeres Juezas, Gloria Poyatos: "El machismo es una enfermedad de transmisión social y su vacuna está en la educación". Vacunemos, pues, sin mayor dilación, a niños y jóvenes, porque mañana será demasiado tarde.
El machismo, germen de la violencia contra las mujeres, está incrustado en nuestra sociedad. El último Eurobarómetro de la Comisión Europea desvela que el 44% de los europeos considera que el sitio "natural" para la mujer es la casa, el ámbito de lo doméstico, mientras que el del hombre es el de lo público, ganar el sustento de la familia. Vamos, como en las cavernas, ni más ni menos. Ese porcentaje es la media de los países de la UE, y en España se sitúa en el 29%. Es decir, prácticamente el mismo porcentaje de personas que en este país creen que las mujeres tenemos que fregar y nada más, y que tenemos que hacerlo nosotras porque nacimos mujeres, lo encontramos cuando nos fijamos en los jóvenes y les preguntamos por la violencia machista. Insisto, preocupante.
Cuando, hace quince o veinte años, el término violencia de género no estaba en la agenda política ni social, cuando no teníamos una Ley específica, cuando no era habitual que saliéramos a la calle a gritar "NI Una Más, Ni Una Menos, nos queremos vivas", como hacemos ahora las mujeres, y afortunadamente cada vez más hombres, entonces quizás hubiéramos podido entender que un tercio de la población no sólo no condenase sino que normalizara el maltrato. Pero ha pasado el tiempo, tenemos ley, incluso acabamos de aprobar un Pacto de Estado. ¿Qué está fallando entonces para que no únicamente la población adulta sino los más jóvenes continúen pensando así?
El recorte de los últimos años en educación llevado a cabo por el Gobierno del PP tendrá algo que ver. La falta de formación específica del profesorado y la supresión de la asignatura de Educación para la Ciudadanía no favorecen en absoluto una adecuada instrucción de chicos y chicas, de niños y niñas, en igualdad, ni facilita que reciban educación para alejarlos de actitudes machistas y cercanas a la violencia de género. Además, las redes sociales y la mensajería instantánea han propiciado la aparición de nuevas formas de violencia. Éstas adoptan la forma de actitudes de control y con demasiada frecuencia son ejercidas hacia las jóvenes adolescentes por parte de sus parejas.
Otro aspecto en el que tampoco avanzamos es la manera de abordar las cuestiones relacionadas con la igualdad entre hombres y mujeres por parte de los medios de comunicación y en general el sector del audiovisual. Y eso es fundamental en una sociedad en la que los y las más jóvenes pasan horas y horas delante de las pantallas, sean éstas las del ordenador o tablet, smartphone o incluso el cine, visionando vídeos en YouTube, usando aplicaciones, jugando con videojuegos o viendo series. Y, es más, como bien señala Ana de Miguel , buena parte de los jóvenes construyen su imaginario sexual a través del visionado de pornografía. Y en ese mundo hay secuencias terribles de violencia hacia las mujeres. El Pacto de Estado incluye también, a propuestas del grupo socialista, muchas medidas relacionadas con medios. Pero el Gobierno todavía no las ha puesto en marcha, aunque en su mayoría no dependen de incrementos presupuestarios.
La responsabilidad que tenemos como sociedad, la que tenemos las personas que nos dedicamos a la política, y en especial la que tienen los gobiernos, es inmensa. No erradicaremos la violencia machista si no construimos una sociedad más igualitaria, en la que sea el respeto hacia las mujeres el esté normalizado, y no la violencia. Y hay que empezar por los y las que que aún están construyendo su personalidad. Cito -como cité el miércoles pasado en el Congreso- a la presidenta de Mujeres Juezas, Gloria Poyatos: "El machismo es una enfermedad de transmisión social y su vacuna está en la educación". Vacunemos, pues, sin mayor dilación, a niños y jóvenes, porque mañana será demasiado tarde.
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